El Ayuntamiento decidió apagar una de cada tres farolas de la ciudad en 2012 para ahorrar 700.000 euros al año. Eran momentos de crisis y el Ministerio de Economía instó a los municipios a ahorrar energía. Burgos hizo los deberes apagó o puso horario reducido en 8.785 luminarias de las 34.090 instaladas. En 2015 decidió recuperar las luces de 20 calles y  tres años después, 31.

Sin embargo, hay zonas de la ciudad que dan miedo, tanto para peatones como para ciclistas. Es el caso de la ribera del Vena, desde la avenida de Cantabria pasando por el G-3 y el S-3 y S-4, ya en Villímar. También escasea la iluminación en el polígono docente, en las calles Francisco de Vitoria y Eloy García de Quevedo en las que solo hay una hilera de farolas encendidas.

Se trata de una zona muy transitada precisamente por el elevado número de centros educativos (Politécnica, centros de FP, Escuela de Idiomas) que tienen horario de tarde y muchos alumnos deben atravesar el río para dirigirse a barrios como el G-3, la barriada de los Río o Villímar. La falta de iluminación contrasta por ejemplo con la que hay en el tramo de Reyes Católicos.

La presidenta de la Asociación de Vecinos de la barriada de los Ríos, Delia Ventureira, llama la atención sobre esta situación y pide al Ayuntamiento más iluminación. «Tienes que ir acompañada porque no te atreves. Un paseo como el de la ribera del Vena debe estar iluminado y el polígono docente encender los dos lados de farolas».

El concejal responsable del área de Ingeniería Industrial, Adolfo Díez, confirmó que el apagón obedece al plan de ahorro aunque a raíz de las quejas «se va a revisar por los técnicos» para comprobar si hay escasez de iluminación y es necesario «incrementarla».