Tras los fósiles desde niño

R.E.M. / Mozoncillo de Juarros
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José Francisco Alegre atesora en su casa de Mozoncillo de Juarros hasta 200 kilos de bivalvos, ammonites y belemnites que ha recogido durante muchos años por la zona. Además, su pasión por el arte se extiende al pirograbado

Muestra de la espectacular recopilación de bivalvos, ammonites y belemnites que conserva José Francisco Alegre, la mayoría encontrados en la zona de Cueva y Cuzcurrita. - Foto: Alberto Rodrigo

Bivalvos, ammonites y belemnites forman la colección de más de 200 kilos que posee José Francisco Alegre en su casa de Mozoncillo de Juarros. Con solo 10 años cogió su primer fósil durante un paseo y pronto se convirtió en una de sus grandes pasiones. En la zona de Cueva y Cuzcurrita se da la mayor concentración, y a él le basta con ver una tierra para saber que ahí encontrará lo que busca. Ahora reside en Gijón, pero al estar ya jubilado aprovecha siempre que puede para pasar tiempo en el pueblo con la intención de recopilar más y aumentar la muestra.

«No es que aquí haya habido mar, según he leído, han sido como grandes balsas de agua semidulce», expresa. Siempre sale el mismo tipo de fósil, la única diferencia reside en que se puede encontrar con más o menos pureza, con mayor o menor calidad dependiendo de la forma en la que haya estado aplastado. Pertenecen al Jurásico y al Mesozoico, y los tiene de todos los tamaños. Aunque el que más valora es su último hallazgo, de hace solo unos días. Se trata de un ammonite de gran dimensión, que define como «una verdadera joya» y tan difícil de encontrar como «una aguja en un pajar».

La recolección la realiza en trigales y cuando aran los tractores sacan a la luz estos tesoros ocultos. Solo hace falta esperar a que un día llueva para que queden totalmente limpios y resulten fáciles de descubrir. Pero hay un gran problema. Las rejas de los tractores los rompen durante el desarrollo de su actividad. «De hecho, habré tirado más de los que he recogido», dice. Normalmente suelen quedarse en laderas y «van rodando», pero su búsqueda asegura que «es igual que las setas, si ves una tienes que mirar más por esa zona».

Un auténtico espectáculo de la naturaleza que se puede comprobar de cerca y que incluso en algunos casos permite observar perfectamente cada detalle de la flora que le rodeaba. Durante el tiempo que lleva aprendiendo sobre el mundo de los fósiles ha podido averiguar una infinidad de curiosidades a través de lecturas e investigaciones. Y uno de esos aspectos que descifra sin problema es la diferencia entre un ammonites hembra y un macho, donde en el caso del primero no tiene dibujo y está limpio mientras el segundo posee estrías. Dedica gran parte de su tiempo en el pueblo, donde vivió hasta los 17 años, a andar por el monte y recopilar estas joyas. Lejos de aburrirse, su afición no deja de aumentar con el paso del tiempo.

Sobre la madera. Más allá de su pasión por la recolección de fósiles, a José Francisco también le apasiona el pirograbado. Se trata de una técnica que consiste en dibujar quemando selectivamente sobre una madera. Anteriormente empleó el carboncillo, pero desde hace cerca de una veintena de años realiza obras con este método. La Catedral de Burgos se alza como una de sus obras estrella y en ella no falta ningún detalle. Igualmente, enseña con especial cariño la iglesia de Mozoncillo de Juarros, una de las favoritas de su colección.

El Arco de Santa María, el mercado de Gijón, la Catedral de Oviedo, la playa de San Lorenzo de Gijón con nieve, un bodegón, un pastor en el campo con sus ovejas o una fabada permiten hacer un repaso por sus dos tierras a través de sus creaciones. Y también realiza retratos, como el de él mismo o el de su nieto. Una labor nada sencilla. «Aquí no puedes volver atrás, esto no es como el carboncillo que lo puedes borrar. Una vez que has señalado con el pirógrafo no tienes vuelta de hoja», afirma. Cuando no se identifica exactamente al personaje importan menos las facciones, pero en el retrato no hay espacio para el error.

Le hubiese gustado estudiar Bellas Artes. «Posiblemente algo hubiera sacado adelante...», reflexiona. Aunque eso no quiere decir, ni mucho menos, que no sea un artista. Ha vendido muchos cuadros, pero afirma que eso le acabó cansando puesto que los encargos siempre eran los mismos. Para disfrutar se debe hacer aquello que apetezca, opina. En su caso, suele empezar dos o tres a la vez para ir alternándolos. «Cuando te cansas del uno pasas al otro», dice.

Y su arte pronto estará al alcance de todos los burgaleses puesto que prevé realizar este verano alguna exposición con sus cuadros. Sin embargo, mostrar al público los fósiles será más complicado debido a que se requieren vitrinas donde poder ubicarlos.