«Me trataron como a un monstruo»

RAÚL CANALES
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Fernando Pérez, primer paciente que tuvo coronavirus en la provincia, asegura que aún sufre rechazo social y que eso le ha sumido en una fuerte depresión

Fernando reside en La Rioja, aunque fue atendido en el hospital de Miranda. - Foto: DB

«Mi vida en el último año da para escribir un libro», responde Fernando Pérez al otro lado del teléfono cuando se le pregunta por su historia. No le falta razón. El primer paciente de coronavirus de Miranda se hizo famoso sin pretenderlo, y sobre todo, sin poder evitarlo. No solo tuvo que luchar contra la enfermedad, sino que le tocó lidiar con una condena social que se propagó incluso más rápido que la propia pandemia. 

Cuando aquella tarde de primeros de marzo de 2020 acudió al Santiago Apóstol, no podía ni imaginar lo que le esperaba. El mundo tampoco barruntaba lo que estaba por llegar. Por entonces coronavirus era una palabra rara que sonaba a países lejanos. Fernando llevaba unos días con tos y fiebre, síntomas típicos de una fuerte gripe, así que cuando los sanitarios le dieron el diagnóstico, se quedó tan sorprendido como desconcertado. A partir de ahí, se desató la vorágine. 

A la incertidumbre de sufrir una enfermedad de la que apenas se sabía nada, se sumó la impotencia de ver desde la cama del hospital como su nombre (mejor dicho su apodo, ya que todo el mundo le conoce popularmente como Camarón) corría como la pólvora por las redes sociales y llenaba páginas de periódicos. Entre las informaciones, decenas de bulos. «Se ensañaron conmigo», recuerda aún con la voz apesadumbrada. 

La convalecencia médica duró algo más de un mes, pero a Fernando el coronavirus le ha dejado unas secuelas que no sabe cuando se curarán. Los dolores de cabeza persistieron durante un tiempo, pero se fueron apaciguando. Sin embargo, las miradas inquisidoras de sus vecinos siguen latentes.  

Cuando abandonó el hospital y regresó a Haro, «no podía ni ir a comprar el pan porque la gente se apartaba o hablaba por detrás, como si contagiara solo con mirarme. He sido una víctima más de los millones que han tenido la desgracia de sufrir el coronavirus, pero me trataron como a un monstruo», afirma sin ocultar la tristeza que le produce recordar esos momentos.  

Su caso generó mucha alarma social en un momento en el que apenas se conocía nada de la pandemia. «Psicológicamente me han destrozado porque es muy duro que todo el mundo hable de ti sin haber hecho nada malo. Simplemente tuve coronavirus, como millones de personas, pero parecía que era un criminal de guerra», asegura. Las consecuencias de tanta exposición pública, una depresión de la que aún se está tratando. 

Durante su estancia en el Santiago Apóstol estuvo custodiado por las fuerzas de seguridad en la habitación, y para recibir el alta, tuvo que esperar una orden judicial. «Entré a curarme de lo que pensaba que era una neumonía y me trataron como a un delincuente», afirma. En el exterior, su amigo Israel seguía todos los acontecimientos, pero le ocultaba muchos de los rumores que circulaban por las redes sociales. «No quería decirme nada  para no preocuparme todavía más. Precisamente ese amigo estuvo conmigo en la barbacoa de la que tanto se habló y en la que supuestamente yo estaba ya enfermo, pero ni siquiera él pilló el coronavirus a pesar de que compartimos hasta vaso ese día. Aún así, por los grupos de whatsapp pasaban mensajes falsos en los que yo decía que iba a matar a todos los payos». 

La vigilancia policial se mantuvo durante un tiempo en su vivienda y en la de algunos familiares directos. «Ha pasado más de un año y todavía hay muchas cosas que no sabemos del coronavirus, así que en aquellos momentos el desconocimiento era mucho mayor. Todo el mundo tenía mucho miedo y parecía que yo era el culpable. Me sentí señalado, maltratado y hasta acosado, porque meses después todavía no podía salir a la calle tranquilo. A día de hoy solo tienes que poner mi nombre en internet y verás cientos de noticias de todo tipo», apunta. 

En el aniversario de su caso, el móvil del Fernando no ha dejado de sonar desde hace un mes porque son muchos los periodistas que buscan una entrevista. «Si quisiera podía haber recorrido todas las televisiones, porque me ofrecen hasta dinero, pero no quiero», afirma este jarrero, que ha esperado a que pasara un poco el chaparrón mediático para cumplir con la palabra dada a este periódico. 

Algunas de las informaciones publicadas sobre su persona tendrán que probarse en los tribunales, ya que ha denunciado a medios por las muchas cosas que se dijeron de él sin ser ciertas. «Algún día me gustaría que se supiera toda la verdad, porque me han hecho mucho daño», dice. Mientras tanto, Fernando solo quiere recuperar la normalidad y pasear otra vez por su pueblo como si el último año no hubiese existido.