Fría experiencia peatonal

F.L.D.
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El corte al tráfico de la calle Santa Clara quedó descafeinado por el tiempo, la costumbre y el desconocimiento de algunos viandantes. La falta de aparcamiento sigue siendo la principal queja de los vecinos de la zona

Imagen tomada en la mañana de ayer - Foto: Luis López Araico

A priori, el día de ayer era idóneo para llevar a cabo una peatonalización parcial en la calle Santa Clara que sirviera de experiencia piloto para el futuro de cara a seguir dotando de espacios libres de coches a la ciudad en aras de una movilidad más sostenible. Más aún en una vía que en los últimos años se ha convertido en una zona de alterne a la hora del vermú, de ahí que una franja entre las 11 y las 16 horas podía servir como buena piedra de toque. Sin embargo, la jornada estuvo más descafeinada de los esperado por el desconocimiento de unos, la costumbre de utilizar la acera de otros y el tiempo fresco que acompañó a lo largo de la mañana y la lluvia en el momento álgido del aperitivo. Aun así, tanto comerciantes como vecinos vieron la medida positiva.

A pesar de que la noticia se anunció una semana antes y que fue la comidilla a lo largo de los últimos siete días en el barrio, muchos vecinos de la zona ni siquiera se habían enterado de la peatonalización. Otros lo sabían, pero no entendían muy bien los motivos del corte del tráfico, tal y como observaba una clienta de la tienda Quesos Encarna en un momento, a eso de las 11 de la mañana, en el que apenas pasaba gente por Santa Clara y los que lo hacían circulaban por la acera. «Deberían haber puesto una charanga o algo que animara a la gente a venir», comentó Angelines, la dueña de este negocio.

Sea como fuere, lo cierto es que no se comenzó a ver algo de afluencia de peatones caminando por la calzada hasta que el reloj comenzó a acercarse a las 14 horas. Y no solo viandantes usaban la parte central de la calle, sino también bicicletas y patinetes que campaban a sus anchas desde el tinte hasta Santa Cruz, donde algunos chavales notaron la falta de indicación sobre el final del corte que les libraba de los coches. En ese punto, los vehículos que venían de la calle Burgense respetaban, puede que por costumbre o por desconocimiento, un ceda el paso inútil, pues no había posibilidad de que otro turismo les embistiera desde Santa Clara.

No faltaron los conductores que dejaron el coche frente a la señal que advertía el corte de la calle durante unos minutos para realizar una compra rápida en alguno de los comercios. Una maniobra lógica para los que no querían perder tiempo buscando una quimera en forma de aparcamiento. Esa es, precisamente, una de las lagunas que siguen viendo los vecinos de la zona, que sudan cada día para poder estacionar sus vehículos ante la falta de garajes.

Los bares se llenaron y comenzaron los primeros comentarios sobre la medida. La mayoría a favor, aunque también los había escépticos. Carmen, una vecina del barrio, indicó que «antes de peatonalizar calles, es necesario instar a los propietarios de algunas viviendas a que aseguren sus tejados porque están deteriorados y se producen muchos desprendimientos».

Luego llegó la fina lluvia que obligó a los paseantes y clientes de los bares a buscar resguardo y dejar la experiencia piloto en una discreta prueba en la que, eso sí, lo importante era concienciar de la necesidad de que el peatón gane espacio al vehículo.