«Este año me gustaría jugar las previas de los Grand Slam»

CARMELO PALACIOS
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Nicolás Álvarez, joven tenista profesional burgalés, sigue dando pasos hacia adelante y confía en acercarse a la élite

Nicolás Álvarez, joven tenista profesional burgalés. - Foto: Alberto Rodrigo

Dar el salto del circuito júnior al mundo profesional nunca es fácil, pero si a eso le añades una pandemia de por medio, dos positivos por covid-19 y una incómoda lesión de muñeca no cabe duda de que el escenario se complica aún más. Nicolás Álvarez se ha encontrado con muchos obstáculos desde que comenzara como profesional en 2020, pero ha tenido la paciencia y la fortaleza mental para ir derribando cada uno de ellos hasta asentarse en el circuito ATP. A sus 20 años, el burgalés es una de las jóvenes promesas españolas y encara 2022 con la aspiración de disputar las rondas previas de Roland Garros, Wimbledon y el US Open.

El final de temporada del tenista burgalés invita a pensar que hay mucho potencial todavía por descubrir. Tras un  2020 marcado por la pandemia y un inicio de 2021 en el dique seco por culpa de una lesión, Álvarez regresó a las pistas en junio siendo finalista en el ITF 25.000 de Alkmaar (Holanda) y adjudicándose dos meses después un trofeo del mismo rango en Santander. Su progresión no se quedó ahí porque subió de categoría en el Challenger de Barcelona, donde llegó hasta cuartos de final, y rozó la gloria en el Challenger de Río de Janeiro, último torneo del año. «Teniendo en cuenta todo lo que me ha pasado, la lesión de muñeca, pequeñas lesiones en los tobillos, el segundo positivo en el mes de julio... el balance, sin duda, es positivo. He ido de menos a más», analiza Nicolás Álvarez, quien ha ascendido más de 200 puestos en el ranking ATP. «Estaba el 541 y ahora estoy el 316. En el primer torneo de este año me tuvieron que invitar porque no entraba por ranking», recuerda.

Echando la vista atrás, el burgalés reconoce que no ha sido un camino fácil porque después de pasar la pandemia y ganar su primer torneo como profesional en Benicarló a finales de 2020, recayó de su lesión de muñeca y estuvo parado durante el primer semestre de 2021. «Se llama síndrome de Quervain y es una inflamación de varios tendones. La receta era reposo u operarse. Decidimos no pasar por quirófano. En marzo, cuando creía que estaba recuperado porque ya me sentía bien, volví a recaer. Fueron momentos complicados a nivel mental», admite.

Nicolás Álvarez, en 2019, antes de trasladar su residencia a Valencia. Nicolás Álvarez, en 2019, antes de trasladar su residencia a Valencia. - Foto: Patricia

Esa lesión ya está olvidada y Álvarez mira con optimismo al futuro. De momento, le esperan unos meses duros de pretemporada en Valencia, donde tiene su residencia desde 2019, y después quiere seguir dando pasos hacia adelante. «Ya he aprendido que el primer objetivo de todos es estar sano para poder jugar el año entero sin lesiones graves. Después, me gustaría jugar las rondas previas de Roland Garros, Wimbledon y el US Open, tres de los Grand Slam, porque para Australia ya no me da tiempo. También asentarme en el nivel challenger y de los ATP», comenta. No quiere marcarse un número de ranking en concreto, pero para acceder para estar en París, Londres o Nueva York necesitará dar otro salto importante para el que se siente preparado. «Para jugar las rondas previas tendría que meterme el 250 o 240 del mundo», puntualiza.

De momento, ya se ha ganado el respeto de muchos de sus compañeros con sus actuaciones en Santander, Barcelona o Río de Janeiro. Se ha medido con rivales que están en el 'Top 100' y eso le ha dado una experiencia que le servirá para lo que está por venir. «La diferencia de nivel entre el 300 y el 100 es mínima. Considero que al final en el tenis cuenta mucho el ganarse el respeto entre los jugadores y yo me lo he ganado con gente de ese nivel. Es importante porque una vez llegan momentos críticos en un partido el rival sabe lo que has hecho y conoce lo que eres capaz de hacer. El hecho de  haber competido bien contra gente que ronda el 'Top 100' te hace pensar y creerte que realmente perteneces ahí».

El salto a los Challenger ha sido un paso más en su carrera hacia los torneos más relevantes del circuito. Además, haber estado siete semanas fuera de casa durante la gira sudamericana ha supuesto otro aprendizaje: «Me ha costado bastante porque nunca había estado tanto tiempo seguido fuera compitiendo y llegué muy justo al final. Estaba bastante cansado tanto mental como físicamente». 

Nicolás Álvarez en un torneo disputado en Burgos en 2012.Nicolás Álvarez en un torneo disputado en Burgos en 2012. - Foto: Luis López Araico

Y es que la gira le llevó a Guayaquil (Ecuador), Montevideo (Uruguay) y después pasó varias semanas en Brasil: Campinas, Sao Paulo, Brasilia, Florianópolis y Río de Janeiro. Pese al cansancio, su mejor resultado llegó en su última semana, en la que acarició el título sobre la pista dura de Río, la misma en la que Rafa Nadal y Marc López lograron el oro en los Juegos Olímpicos de 2016. «Empecé bien la final, pero luego me entró un bajón físico. En el tercer set, remonté un 5-2, pero en el 'tie-break' él fue más fuerte», recuerda.

Sin duda, será una experiencia que le vendrá de lujo porque si sigue a este nivel tendrá muchas más finales en su futuro. «Me veo mucho tiempo en el circuito profesional», concluye.


La vida de un profesional

El burgalés se mudó en 2019 a Valencia, donde vive con su entrenador y otros 9 jugadores en una urbanización con pistas

Nicolás Álvarez, en una imagen actual estas Navidades en Burgos. Nicolás Álvarez, en una imagen actual estas Navidades en Burgos. - Foto: Alberto Rodrigo

Nicolás Álvarez viene a Burgos de vez en cuando, aunque la exigencia de los entrenamientos y del circuito profesional no le da muchos respiros. Esta Navidad ha aprovechado para pasarse unos días por casa antes de comenzar la pretemporada en Valencia, donde se preparará para encarar con garantías la campaña 2022.

El tenista burgalés, de 20 años, puso rumbo a Valencia en marzo de 2019, cuando todavía era júnior, y ahí comenzó una vida con el tenis como eje central. Su objetivo era llegar bien preparado al mundo profesional y lo ha conseguido. Vive con su entrenador, Cristiano Oliveira, y su familia, así como con otros nueve jugadores, uno de ellos su paisano Mario Mansilla, con quien comparte habitación. Es una casa grande en una urbanización con cuatro pistas de tenis, en las que pasa muchas horas, sobre todo en pretemporada.

En estas primeras semanas, Nicolás Álvarez se dedicará a sentar las bases de éxitos futuros con entrenamientos de mañana y tarde. Junto a él, estará el preparador físico Miguel Maeso, muy conocido en el mundo del deporte por trabajar con el automovilista Fernando Alonso o con los tenistas David Ferrer,  Juan Carlos Ferrero, Pablo Andújar y Marat Safin, entre otros. A su lado, confía en encontrar ese punto de forma que le permita dar un salto de calidad antes de empezar la gira junto a su entrenador, quien normalmente le acompaña a todos los torneos. Poco a poco, Álvarez quiere ir haciéndose un nombre en el circuito ATP y trabaja día a día para ello. Su idea es continuar muchos años como profesional e ir escalando peldaños. 

Recompensa. La gran cantidad de dinero que genera el tenis está muy mal repartida: «Menos de un 10% de todo lo que se genera llega a los jugadores y aún así los de arriba son millonarios. Pueden vivir bien los 100 o 120 primeros, pero si se repartiera más podría vivir hasta el número 500 tranquilamente».