Los héroes de un barrio fantasma

P.C.P.
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David, Dani y Adrián lucharon contra el fuego en la zona baja de Santibáñez del Val con los bomberos voluntarios de varios parques pero no lograron salvar decenas de inmuebles. La alcaldesa elevó sus quejas al mismísimo Marlaska

David pasó toda la noche enSantibáñez del Val echando una mano a vecinos y bomberos, con los que compartió su cena. - Foto: Valdivielso

David eligió hace seis meses Santibáñez del Val como nuevo hogar. Procedente de Madrid, buscaba un pueblo tranquilo y una vivienda de precio módico para rehabilitar. Luis llevaba más de 20 años sin volver a las antiguas tenadas que convirtió en casa para sus padres, aunque él nació en Quintanilla del Agua. 

El joven no puede parar quieto, salvo un minuto en una silla de campo para engullir un sándwich de salmón mientras el jubilado maldice su suerte.«Parece que me ha castigado dios», se queja, aunque en realidad tiene más que agradecer, porque salvo la luz que se ha ido de todo el pueblo, no ha perdido más que las sardinas que tenía para comer y que el domingo por la noche David compartió con los bomberos que no se cansaron de atacar el fuego en el barrio de Abajo de Santibáñez del Val, aunque no pudieron salvar las dos hileras de casas de las calles La Plazuela y el Rincón.

Si se reconstruyen, algo que muchos dudan, quizás cambien sus nombres por el de David y otros como Dani, el guardia del coto, y Adrián, un vecino de la zona de arriba, a quienes la alcaldesa cita con profundo agradecimiento. «Ha habido aquí unos cuantos héroes», afirma rotunda Ana García, dispuesta a hacer oír tanto sus alabanzas hacia estos vecinos como sus quejas.

De hecho, horas después acude a visitar Santibáñez el ministro Fernando Grande-Marlaska y le aborda sin pensarlo dos veces. «Tengo una pregunta. Si nosotros pertenecemos a la zona de los Bomberos de Aranda, ¿por qué no se les llamó», se queja sin que las explicaciones de la delegada del Gobierno central en la comunidad, Virginia Barcones, sobre las competencias en prevención y extinción de incendios de la Junta de Castilla y León le convenzan.

«Yo soy la alcaldesa del pueblo y no me ha llamado la Guardia Civil, no me ha llamado Protección Civil, no me ha llamado nadie», explica a este periódico indignada, tras comprobar que la casa de sus antepasados tampoco se ha salvado de la destrucción. «Si hubiesen venido los bomberos pronto, yo creo que esta zona se podía haber salvado», añade García, quejosa porque también obligaron a marcharse a quienes podían haber ayudado a defender las casas.

«Aquí no ha llamado nadie y me consta que al de Retuerta le ha pasado lo mismo.Solo se han enterado directamente los de los pueblos grandes, los de los pueblos pequeños como que no existimos», apostilla. Después, García también tiene que escuchar algún reproche. «Pensábamos que no salíamos ayer vivos por tus obras. Todo esto ardía, éramos incapaces de salir, los bomberos se caían porque habían quitado las vayas y estaban todas las arquetas abiertas», le dice una joven en referencia a una de las calles más afectadas por el fuego, que se encuentra totalmente levantada por unos trabajos de pavimentación y que el domingo por la noche se convirtió en una trampa para el operativo contra el fuego.

José Pascual fue otro de los que estuvo a pie de calle, tratando de apagar las llamas. «¡Ay, dios, anoche... Levantábamos hasta las tejas con la manguera», describe en referencia al domingo, cuando con una de sus bombas ayudó a los bomberos de Santa Marí del Campo, Burgos y Lerma. «Estamos reventados», confiesa.

«¡Señora alcaldesa! ¡No ha quedado ni el padre Eufrasio, maja!», le grita a García. Pascual no se muestra nada optimista con respecto a la zona cero del incendio, mientras repasa los daños. «Esta tripa arriba, aquella también... Esto no lo vamos a recuperar nunca», murmura. Esa misma sensación tienen los pocos que se han acercado a Santibáñez del Val a ver las consecuencias del incendio, donde a media mañana de ayer trabajaban bomberos de Huerta de Rey y Aranda de Duero, relevados por la noche por los de Quintanar de la Sierra y Roa. «No se recupera esto en la vida. Alguna se podrá salvar pero otras...», comenta el vecino de la casa cuya pared nueva frenó el fuego. No ha terminado de hablar cuando caen unos cascotes a la espalda de un periodista que ensaya un falso directo para una cadena de televisión. «Y que no se caiga lo que ha quedado en pie encima de alguien...», remacha. 

«A ver si acaba esta pesadilla, que parece una película de terror», comenta a modo de ruego al viento Puri Casado. Cubo va, cubo viene, ha hecho más kilómetros ya que en una maratón y ha perdido 7 cochinas, que ella y su marido, ganaderos, no pudieron salvar del fuego en la zona baja del pueblo. «Todo está desolado, no creo que tenga mucha solución», esboza. 

Sin agua ni luz, su trabajo con el ganado se complica y teme además que pasadas las primeras horas, se olviden de ellos. «A ver si nos va a pasar como eso que pasó en las Canarias, que mucho ir a verles, pero la gente que ha perdido sus casas ahí se ha quedado», opina. En la misma línea, la alcaldesa de Santibáñez del Val pide a la Junta que no olvide su promesa de ayudarles.