Juan Ángel Gozalo

Plaza Mayor

Juan Ángel Gozalo


Respeto y convivencia

09/09/2022

La Dirección General de Tráfico lleva años tratando de proteger con nuevas normativas y campañas de sensibilización -algunas ciertamente duras- más y mejor a los colectivos más vulnerables y uno de ellos es, sin duda, el de los ciclistas. Una decena de muertos solo este verano -más de una veintena en lo que va de año- evidencia que algo no está funcionando y es que más allá del conocimiento exhaustivo de la nueva normativa debe imponerse la educación no solo vial sino integral, el respeto y la convivencia, un ejercicio de empatía por parte de los conductores y, por supuesto, también de los ciclistas. Y eso, lamentablemente, no parece que se esté cumpliendo, ni por unos ni por otros.

He oído a ciclistas quejarse de lo que hacen algunos automovilistas cuando estos circulan cumpliendo a rajatabla la normativa y al revés, conductores que critican duramente a los primeros. Los de los coches, así de principio, no son todos malos, ni los de las bicis todos buenos. Como en botica, hay un poco de todo. La imprudencia, la necedad y la chulería de algunas personas es del todo independiente y nada tiene que ver con el vehículo que conducen. La paciencia, la perseverancia, la tolerancia o, mismamente, la calma no son virtudes que se prodiguen especialmente en una sociedad cada día más crispada e irritable y eso se nota no solo en la calle sino también en las carreteras.

Es palmario que los conductores pueden, y si la situación lo requiere, deben, rebasar la línea continua para adelantar con seguridad a un ciclista o a un grupo de ciclistas manteniendo la debida distancia de seguridad, pero no es menos cierto que los ciclistas pueden circular en grupo para incrementar su seguridad, pero no en pelotón, sino en fila de uno o como mucho de dos para no ocupar todo el carril. En los dos colectivos, al igual que en los de los peatones, conductores de patinetes eléctricos y motoristas, hay infractores y, lo que es peor, auténticos descerebrados que ponen en riesgo la seguridad vial y la integridad física de ellos y de las demás personas.

Es evidente que junto a esa educación y respeto mutuo es necesaria una buena dosis de sentido común por parte de todos para conseguir que la carretera y la calle no se conviertan en una auténtica jungla en la que, al final, sobreviva el más fuerte.