El cultivo de lavanda en Burgos se ha triplicado en 4 años

B.A.
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En el 2021 casi 500 hectáreas produjeron esta aromática, frente a las 178 del 2018. Este año se han plantado más y la previsión de los agricultores del Arlanza y Ribera es ampliar la superficie en el futuro

El cultivo de lavanda en Burgos se ha triplicado en 4 años - Foto: DB

Ha comenzado a florecer tímidamente, este año quizá un poco antes, y en unas semanas explotará en un morado intenso que deleitará la vista, el olfato y en parte la rentabilidad de quien se ha decantado por este cultivo. La lavanda, esa planta aromática que al pensarla nos traslada a la Provenza francesa, está cada vez más presente en el campo burgalés, convirtiéndose en una alternativa al tradicional cereal. En los últimos cuatro años, desde el 2018, viene experimentando un gran crecimiento, multiplicándose desde entonces por casi 3 el número de hectáreas dedicadas a su plantación: de las 178 del 2018, a las casi 500 en el 2021, según los últimos datos registrados y que ofrece Agricultura de la Junta de Castilla y León. Y el aumento sigue imparable, este 2022 se han plantado muchas más hectáreas y la previsión de los agricultores  que ya trabajan con esta aromática es la de seguir incrementando la superficie dedicada a este cultivo de cara a 2023.  

Sin embargo, durante los últimos 20 años, la presencia de la lavanda en el terruño burgalés no ha sido muy estable. En el 2001 se dedicaron a su cultivo 292 hectáreas, cifra que fue descendiendo de forma paulatina, con 260 en el 2006 y 202 en el 2011, hasta llegar a tocar fondo en el 2017, con solo 112. «Ese año supuso un punto de inflexión», reconocen desde la Junta, ya que a partir de entonces empezaron a crecer, hasta llegar casi al actual boom que se está viviendo por esta planta en algunos rincones de la provincia. 

El caso que lo ejemplifica a la perfección es el de Caleruega, en la Ribera. Allí este año 200 hectáreas propiedad de los socios de su cooperativa se teñirán en breve de morado, convirtiéndose en la localidad que más terreno  destina a este cultivo que hasta hace poco era casi un desconocido en la comarca. Fue en el 2020 cuando decidieron plantar 20 hectáreas, el resultado fue bueno y en el 2021 se animaron con 100 más. A principios de este año sembraron 80, con lo que se alcanzan las 200. 

«Vemos que con el cereal la agricultura va a peor, así  que decidimos probar y de momento estamos contentos. También porque es un cultivo que daña menos el medio ambiente, ya que no usa herbicidas ni abonos químicos. Hay que dar un respiro al campo», reconoce Miguel Cebrecos, jefe de cultivos de la cooperativa, que asegura que las que plantaron el 2020 «da gusto verlas». 

La relación con la lavanda de Juan Arribas, agricultor de Cilleruelo de Arriba, también es reciente. «Este es mi cuarto año», afirma. Empezó con 6 hectáreas y las fue incrementando hasta llegar a las 23 actuales, todas en su pueblo. «Para el año que viene estoy planificando sembrar otras 12 más». Un primo suyo también ha destinado 100 hectáreas a esta aromática esta campaña, en fincas de Cilleruelo y también entre Cuevas de San Clemente y Cubillo del Campo, en una clara evidencia de la diversificación de la planta por la provincia.    

Rendimiento. En su caso, también tuvo clara la apuesta por este producto. «Da bastantes mejores rendimientos que el cereal, hasta tres veces más, aunque el cereal es más cómodo, se recoge desde el principio y ya se dispone de la maquinaria». Y aunque es más rentable, también más cara su plantación, unos 2.000 euros por hectárea, en la que se colocan entre 9.000 y 10.000 plantas. «El primer año no da nada, es el segundo cuando empieza a producir, hay muchos agricultores a los que les cuesta estar una campaña sin obtener rendimiento, aunque luego estos sean mayores», añade. 

Las plantas que colocan llegan en su mayoría desde Francia, como la segadora que ha comprado para poder recoger la flor en agosto. Unas flores que tratará en la destilería que junto a sus dos socios, su hermano y un primo, estrenó el año pasado en Cilleruelo. «Pablo cerró la que tenía en Villoviado y teníamos que llevar la cosecha a Palencia, por eso nos decidimos por este proyecto», reconoce Juan. Este año tienen previsto que llegue a esta planta la producción del doble de hectáreas que en el 2021, donde trataron la mayoría de la generada en la provincia. «Tenemos dudas con la producción porque sino llueve la flor no crece tanto y genera menos aceite». Un aceite que tras pasar por Guadalajara se vende en Francia para elaborar todo tipo de productos cosméticos. 

En Villoviado y Mecerreyes están más habituados a este cultivo. Pablo Grande fue uno de los pioneros de la provincia en la producción de lavanda en estas localidades, con su primera hectárea en 1983. «Vimos el rendimiento y poco a poco fui incrementando la superficie, hasta llegar a las 50 actuales», confiesa el agricultor, que reconoce que ya no planta más porque la vida útil de esta aromática es de entre 15 y 18 años. «Y dentro de ese tiempo tengo que estar jubilado». Donde si se han plantado 100 hectáreas de lavanda los últimos tres años ha sido en la Finca El Retortillo, ubicada en Torrepadre. «También han construido una destilería moderna para su uso», explica Pablo en relación a esta granja privada. 

Durante estos casi 40 años en los que ha trabajado con lavanda, señala que han tenido que superar muchos problemas burocráticos.  «Gracias a que se creó la Asociación Nacional Interprofesional de Plantas Aromáticas y Medicinales no ha desaparecido este cultivo. Allí se han resuelto muchos problemas y el contacto entre nosotros nos ha venido muy bien», afirma Pablo Grande, que no entiende como puede haber tanta diferencia de trato a los agricultores entre las comunidades autónomas. «En Castilla La Mancha son mucho más sensibles con el sector que en nuestra región», asegura. 

Y para este pionero, no solo es importante el aumento del cultivo de la lavanda, sino lo que este también supone para el turismo. «Las personas vienen al campo a hacerse fotos y de paso se dan una vuelta por los pueblos donde están las fincas.Además, la mayoría de ellas son respetuosas con las plantas, no se suelen llevar ramas. Personalmente no me importa que caminen entre ellas siempre que sean educadas», matiza el agricultor, que reconoce que a pesar de que ha aumentado y mucho la producción en la provincia, el mercado está descendiendo. «En alguna variedad es casi nulo».