Las donaciones de órganos vuelven a cifras prepandemia

G.G.U.
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En Burgos hubo el año pasado 16 donantes, que cuando fallecieron salvaron o mejoraron la vida de más de 50 personas con su gesto. Dos fueron bebés

Foto de archivo de María Amor Hernando, enfermera coordinadora. - Foto: Patricia

La donación de órganos parece estar remontando en la provincia tras el desplome que provocó el primer año de pandemia, con la dedicación de todos los recursos sanitarios a la atención de la covid durante buena parte de 2020. Así lo indica que el HUBU extrajera el año pasado órganos de 16 personas, que es una cifra superior a la de 2019 (15) y a la de 2020 (12). Fuentes de la Coordinación de Trasplantes del hospital de Burgos manifestaron su «agradecimiento máximo» a las familias de estas personas -dos de ellas bebés- porque con su generosidad mayúscula salvaron o mejoraron mucho la vida de más de cincuenta personas.

El complejo asistencial de Burgos colabora con la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) como centro 'emisor'; es decir, no injerta órganos en sus instalaciones, pero sí los extrae en los casos en los que se dan las circunstancias y las familias de los fallecidos acceden a ello. Bien porque la persona hubiera dejado claro en vida que esa era su voluntad, bien porque sus parientes estiman que es lo que hubiera deseado. El año pasado fueron 51: tres corazones, diez pulmones, diez hígados y 28 riñones. A estos órganos hay que añadir 26 córneas, 8 válvulas cardíacas y 42 fragmentos óseos, que, al no ser órganos no se registran como tal, pero también se extraen e injertan.

Para poder colaborar con la ONT en esta materia, el HUBU tiene varias personas encargadas de coordinarlo, las dos trabajadoras de la UCI: la médica intensivista María Eugenia Perea y la enfermera María Amor Hernando. Ellas son las responsables de contactar con las familias de los potenciales donantes, siempre personas con un pronóstico en el que la muerte parece inevitable. La entrevista se produce en un momento muy complejo para las familias y de ahí que las dos sanitarias no tengan más que palabras de agradecimiento para ellos, que en el peor trance de sus vidas acceden, o incluso se ofrecen, a colaborar con los demás. «Que sean capaces de esa determinación en un momento semejante es algo que nunca nos cansaremos de destacar: gracias a ellos se mantiene el hilo de la vida. Y máxime cuando los potenciales donantes son bebés;la entereza de los padres, que quieren que sus hijos ayuden a otros, nos deja asombrados», explica Hernando.

El hecho de que haya habido dos donantes de pocos meses ha bajado a 57 años la edad media de los donantes del HUBU, donde en la mayoría de los casos la muerte se ha producido por una hemorragia cerebral. En estos casos, por explicarlo muy a grosso modo, el primer órgano que muere es el cerebro y el equipo puede trabajar en la extracción de todo lo que se va a poner a disposición de la ONT mientras la sangre sigue circulando y alimentando a los órganos.

Hay que tener en cuenta que todo el proceso tiene que hacerse en un período de tiempo muy corto;los riñones son los que más aguantan y, según las coordinadoras del HUBU, se injertan en las 24 horas siguientes a la extracción.

El proceso de donación y recepción es anónimo, pero lo habitual es que todo lo que se extrae en el HUBU ayude a personas que están en lista de espera en Burgos o en otras limítrofes. Prima el criterio de proximidad por las propias características del proceso. Se contacta con ellas y se las ingresa en el hospital que vaya a injertar el órgano.