«2023 me lo planteo como un año de barbecho teatral»

I.L.H.
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ENTREVISTA | María Velasco González nació en Burgos en 1984. Es doctora en Comunicación Audiovisual por la Complutense, estudió Dramaturgia en la Real Escuela Superior de Arte Dramático y es Máster en Práctica Escénica y Cultura Visual

En ‘Parte de lesiones’ María Velasco González recoge cinco de sus piezas teatrales. - Foto: Luis López Araico

El año que acabamos de despedir ha sido especialmente fructífero para la dramaturga María Velasco (Burgos, 1984). Ha ganado tres premios, uno en Alemania y un MAX en España por la obra Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra, y el Jardiel Poncela de la SGAE por Primera sangre. Además ha recogido buena parte de sus textos teatrales en el libro Parte de lesiones (La Uña Rota), y la obra Talaré... se ha traducido al alemán, inglés y al francés, y ahora se llevará al rumano. Pero María Velasco no para y el mes que viene ya tiene un estreno, así como un nuevo proyecto con la cantautora Tulsa mientras prepara la que será su primera novela. Hacemos balance y miramos hacia adelante con la directora y autora teatral.

Hace un mes, cuando recibió el Jardiel Poncela de la SGAE, comentaba que el premio llegaba al auxilio de una crisis vocacional. ¿Cuáles han sido los malos ratos de un año de buena cosecha?
La obra Talaré... empezó con la covid y en 2022 decidimos retomarla. Si no hubiéramos hecho el esfuerzo y también la inversión económica de continuar, quizá la obra hubiera pasado sin pena ni gloria y no nos habríamos presentado a los MAX. Aún así, la estructura cultural es tan endeble y frágil que durante la gira hubo que suspender determinadas funciones por un problema de salud de una de las actrices y eso nos creó un bache económico importante.

La fiscalidad que conlleva este tipo de actividad y la falta de un Estatuto del Artista está detrás de esa fragilidad. ¿Confía en los cambios legislativos previstos o seguirá siendo un caos para el gremio?
Para cualquier artista español el régimen es igual al de cualquier autónomo. El problema es que trabajamos con aspectos inmateriales. En otros países el régimen de artistas contempla exenciones y funcionan las leyes de mecenazgo. A veces es un estímulo un 'exilio' a Francia porque existe 'el paro de los artistas', que es un subsidio que contempla las condiciones especiales del sector. Y sobre el Estatuto del Artista me parece bueno que se contemple la excepcionalidad de nuestro gremio y sobre todo si se convoca al debate a gente de la profesión. 

¿El éxito de Talaré... es doble al moverse en un circuito no comercial?
Habremos hecho unas 25 funciones. Y eso está muy bien. Sobre todo la gran conquista es ir a barrios periféricos de Madrid, por ejemplo, donde los propios programadores desconfiaban de que la obra pudiera conectar con sus públicos. Pero si das la oportunidad de no prejuzgar cuáles son las filias o las fobias, lo que puede ocurrir es que el público agradezca que otro tipo de lenguajes vaya donde ellos y no solo se programe en el centro de las grandes ciudades. Y la cultura alternativa tiene que salir también a buscar a esos otros públicos.

En Parte de lesiones recoge este texto y otras cuatro obras suyas. ¿Por qué ahora y por qué estas piezas?
En mi carrera hay de todo porque por supervivencia he hecho encargos y adaptaciones de clásicos, pero el editor quería que escogiera las obras en las que más me reconozco, las que siento como un pedazo de mí. Aquí están siete años de experiencia, de 2014 a 2021, y el proceso de reunirlos ha sido muy bonito porque nos juntamos para comentarlo, leer los textos en voz alta, repensarlos y aprovechar para reeditar algunas cosas.

¿Osea que los textos no son tal cual se estrenaron?
Eso es. Editar los textos, de alguna manera, son como disecarlos, pero si te enfrentas a un archivo vuelven a cobrar vida.

¿Qué me dice de los textos que hay al final del libro, tras las cinco obras teatrales?
Colaboro con compañías de danza y música y es una línea que he ido construyendo y por la que, como escritora, sentía curiosidad. Son lenguajes que no dominaba y de los que he ido aprendiendo. Son textos que he compuesto para esas obras en las que la palabra era uno más de los códigos. 

Con la cantautora Tulsa preparo una puesta en escena para la gira de su nuevo disco»

¿Los libros de teatro se leen?
Creo que están en un buen momento gracias al esfuerzo de figuras editoriales importantes. Hemos tenido además un Premio Princesa de Asturias para Juan Mayorga y hace poco un Nobel para Elfriede Jelinek. Yo creo que la gente se ha dado cuenta de que los textos tienen una potencialidad escénica pero también son disfrutables como lecturas para que cada uno con imaginación haga su puesta en escena. De todas formas Parte de lesiones se puede leer como un libro de teatro, de poesía, de narrativa, o con fragmentos de ensayo.

¿Ha pensado en escribir novela?
Estoy en ello. 2023, de hecho, me lo planteo como un año de barbecho. No quería volver a dirigir hasta saber a dónde quiero dirigirme. Así que las producciones tanto de Primera sangre -que ha sido solicitado por un teatro público para llevarlo a escena- como un proyecto que tengo con la cantante Tulsa (Miren Iza) son para finales del 23 o 2024. Este año quiero dedicarlo a la narrativa y, por otro lado, a talleres que me harán viajar bastante. De la novela no puedo decir nada porque aún es pronto.

¿Qué tipo de proyecto prepara con Tulsa?
Se va a estrenar en noviembre de 2023. Y es curioso porque nos conocimos a través de Parte de lesiones. Leyó el libro, me escribió para felicitarme y me contó que estaba pensando su próximo álbum como una puesta en escena y le interesaba hacer algo que perturbara el concepto de concierto. Su caso es muy interesante porque además de compositora es psiquiatra. Y ambas estábamos muy interesadas, a partir de su experiencia profesional, en hablar de la convivencia con el dolor, sobre todo el crónico. Así que aquí ella es la poeta con un directo increíble y yo me encargaré de los textos y la dirección de escena.

¿Qué hay de ese estreno que tiene en febrero en Belgrado?
He hecho para Carme Portaceli, directora del Teatro Nacional de Cataluña, una versión de Fuegos, de Marguerite Yourcenar. Es además una coproducción con el Teatro Dramático Yugoslavo y se estrena el 2 de febrero en la capital Serbia, traducido a ese idioma y con actores de ese país. A mí me ha generado muchísimo interés porque es comprobar y poner a prueba si el lenguaje goza de cierta  universalidad.

Belgrado estrena en febrero mi versión de 'Fuegos', de Yourcenar»

¿Teme que determinados códigos no se entiendan en otro país?
Como soy una trabajadora nata, en cuanto surgió el proyecto supe que por un lado tenía que ser fiel al original y por otro traté de impregnarme de cine serbio. En el fondo son países, y en España eso lo sabemos, que con una guerra reciente siempre hay algo inflamable en el ambiente, y quería ser consciente de esa circunstancia. Marguerite Yourcenar casi siempre escribía novela histórica pero tenía un gran interés por las lenguas muertas y la cultura grecolatina. Así que toma diferentes mitos, sobre todo griegos, que abordan la muerte, la guerra, el fratricidio y las grandes heridas que siguen vigentes y sin resolver. En ese sentido funcionan como una serie de profilaxis. Yo lo que he hecho es interpretarlos desde mi contemporaneidad.

¿Volverá a subirse al escenario, como ha hecho en alguna ocasión?
Creo que en el teatro lo he hecho todo:escribir, dirigir, descargar la escenografía, actuar... Yquizá por esa sobreexposición necesitaba ahora la intimidad de la novela. Pero creo que en Primera sangre, que es un proyecto muy personal, debería volver a la escena. Es un ritual, es casi como una misa pospuesta por las víctimas menores de los años 90.

¿Retomará las clases en la Escuela de Arte Dramático de Castilla y León?
La escuela artística, tal y como está concebida, te exige abandonar tu carrera para centrarte solo en la enseñanza. Lo cual es una pena porque no puedes trasladar la experiencia real a las aulas. Cuando me despedí de los alumnos y alumnas les dije que necesitaba aprender para seguir. Fue duro dejar una plaza fija. Quizá en un futuro, aún lejano, vuelva.