Tiempos de guerra en el campo burgalés

G. ARCE
-

El colapso de Ucrania, productor agrario de referencia mundial, dispara en días un 37% el precio del trigo pero, a la vez, un 300% el de los abonos y duplica la factura de los carburantes

El precio de los abonos se ha disparado en las últimas semanas y hay riesgo de desabastecimiento. - Foto: Alberto Rodrigo

Llenar el depósito del tractor (400 litros) costaba hace un año 160 euros, hoy supera los 600. La tonelada de abono ha pasado de 300 euros a los 700 y el precio de los fitosanitarios cuesta entre un 15% y un 20% más que en la pasada campaña. Como consuelo para el agricultor de secano, la tonelada de trigo se cotizaba a 225 euros justo al final de la cosecha, antes del inicio de la guerra saltó hasta los 270 y, a mediados de marzo, ya se pagaba a 370 euros, un 37% más y subiendo. En mitad de todo ello el colapso de unos de los principales productores de cereal y oleaginosas del mundo -que ha dejado de fletar buques graneleros desde el Mar Negro- y, por extensión, de todo el mercado agrario internacional.

La onda expansiva del conflicto bélico ha llegado hasta los campos de La Bureba, que estos días lucen espléndidos tras recibir las ansiadas lluvias. El campo "no está mal", aunque acumula cierto retraso por los fríos y la falta de lluvias. Este es casi el único consuelo de unos agricultores "muy preocupados y desconcertados" por lo que está ocurriendo.

A la espera de la deriva que tome el conflicto, el campo burgalés se aboca a una crisis estructural de calado porque España es deficitaria en cereal: consumimos 35 millones de toneladas de alimentos vinculados al secano y solo producimos 27. Ucrania es el segundo productor mundial de cebada; el tercero, en maíz; el octavo exportador de trigo. Rusia lo es en fósforo y potasa para los fertilizantes.

Los misiles han disparado la especulación de los precios en el mercado mundial y, a corto plazo, están generando unos ingresos al agricultor que -solo en parte- compensan las extraordinarias subidas de carburantes, abonos, fitosanitarios... Trigos, maíz y cebadas, por citar algunos ejemplos, se pagan hasta un 35% más que hace apenas dos semanas. Las fábricas de fertilizantes han cerrado sus cotizaciones a la espera de lo que ocurra.

La Cooperativa Ebro Bureba comercializa el cereal de sus socios de acuerdo a los precios medios de mercado (que también los marca Ucrania, entre otros países). "No hay ventas, hay psicosis y los mercados están muy parados. Las fábricas de harinas y pienso todavía no han salido a comprar. Se espera que lo hagan para fin de marzo... Estamos ante mayores riesgos financieros, antes un camión costaba 5.000 euros y ahora puedes pagar 9.000. No todos tienen capacidad para asumir este sobrecoste". 

No hay lectura buena de todo esto. Al final, la subida en los cereales incrementa el precio de todo lo demás: la energía está a nivel récord, al igual que abonos y fertilizantes y "la cuenta de resultados del agricultor no es positiva", explica Ignacio Santamaría, gerente de la Cooperativa Bureba Ebro, que reúne a 500 agricultores que operan en la zona nororiental de Burgos produciendo cereal (trigo y cebada) y oleaginosas (girasol y colza).

Los cañones han empezado a rugir en mitad de la campaña actual, con muchas tareas de abonado ya hechas, aunque la subida de los precios y abastecimiento (en fitosanitarios y herbicidas) van a ser la tónica de los próximos meses. La recolección, a buen seguro, estará lastrada por el coste del gasoil cuando más se necesitan cosechadoras y tractores.

También hay muchas casas de semillas, recuerda Santamaría, que trabajan y se investigan en Ucrania. "Vamos a ver cómo se articula la logística para traer semilla o si hay problemas con el abastecimiento de algunas materias activas para los fitosanitarios".

Esteban Martínez, secretario provincial de Asaja, explica que Ucrania es un productor de abonos, en cuya producción se emplea gas y electricidad, "cuyo precio no sabemos cómo van a evolucionar". "Para el ganadero va a ser la ruina porque suben los cereales, es decir, los piensos y no lo pueden repercutir en sus ventas".

Girasol

La campaña actual está muy avanzada pero los agricultores están convencidos de que habrá que maniobrar para adaptarse a la nueva situación con cambios en la siembra. "La Cooperativa Bureba Ebro va a trabajar este año de la misma manera pero el próximo habrá cambios en las rotaciones de cultivos de acuerdo con los cambios de la demanda y los precios, que a buen seguro se producirán".

Hay que redefinir las estrategias en los capítulos más castigados por los sobrecostes, desde los abonados hasta incluso el uso de la maquinaria en el campo, unificando tareas y costes en un solo proceso. "Hay que adaptarse y esto no se hace de un día para otro. Esta cosecha está en marcha pero vienen tiempos difíciles".

El representante de Asaja insiste en la apuesta por el cereal y, sobre todo, por el girasol y la colza (generadores de aceite). "El cambio de cultivo lo va a marcar el encarecimiento de los abonos y el girasol no necesita de abonado y su precio está por las nubes". La próxima campaña se cultivará mucho girasol.

"La cesta de la compra se va a encarecer en breve"

Si no lo ha hecho ya, la guerra llegará en breve al súper y los comercios con subidas de precios e incluso con desabastecimientos, como ocurre con el aceite de girasol. Muchos alimentos de consumo cotidiano tienen a Ucrania como referente: conservas, pastas, galletas, bollerías. pan... El 30% de las importaciones de maíz y el 60% del aceite de girasol proceden de una zona en guerra. "Rusia invadió un país estratégico, con unos puertos clave en el Mar Negro que mueven cereal a Europa, Turquía y Países Árabe. ¿En qué manos va a quedar todo esto...?", se pregunta Esteban Martínez.

Si algo bueno se puede extraer de la crisis es que Europa "no puede depender de terceros países en materia agroalimentaria y tiene que producir más". Asimismo, reflexiona, el ciudadano se ha dado cuenta de la importancia del sector primario y de su cuidado.