Los ruidos y la morosidad lideran los conflictos entre vecinos

F.L.D.
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La okupación y los llamados 'pisos pateras' han incrementado las discrepancias en las comunidades de propietarios. La mayoría se resuelven de forma amistosa

Es normal que entre los vecinos de un edificio haya alguna que otra disputa. - Foto: David Castro

Es normal que entre los vecinos de un edificio haya alguna que otra disputa. Tiranteces fruto de la convivencia que suelen resolverse con buena voluntad entre las partes, pero que en alguna ocasión requiere de la mediación de los administradores de fincas para que no termine en los tribunales. Los peores meses de la pandemia, que mantuvo en sus casas a la población, exacerbaron algunos conflictos e incluso crearon algunos nuevos. Los ruidos, la suciedad en las zonas comunes, su uso indebido y otros problemas emergentes como la okupación y los pisos pateras encabezan la lista de discusiones en las comunidades. 

La covid-19 ha dejado una secuela evidente: por lo general, la sociedad aguanta menos las molestias. No en vano, la Policía Local ha reconocido en numerosas ocasiones que las denuncias por ruido se han disparado en los dos últimos años. 

En las comunidades de vecinos este tipo de conflictos ya eran bastante habituales, tal y como reconoce el presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Burgos ySoria, Sergio Javier Carrasco, quien además enumera la «suciedad en los descansillos, los malos olores» y, no podía faltar, «la morosidad de determinados propietarios». 

El virus afectó a la convivencia entre vecinos, puntualiza, como «en todos los ámbitos». Había incertidumbre que creó, reconoce, «no pocos conflictos», especialmente en zonas comunes. No hay que olvidar que ante la imposibilidad de salir a la calle hubo quien utilizó los portales como gimnasio personal. Por otro lado, no todo el mundo veía de igual forma el uso individualizado de los ascensores. A eso hay que añadir, continúa Carrasco, que «durante dos años no se pudieron celebrar reuniones de propietarios, lo que obligó a prorrogar presupuestos y cargos en juntas directivas e imposibilitó aprobar cualquier tipo de obras y reformas en los edificios». 

Pero más allá de estos problemas lógicos, en los últimos años dos fenómenos han traído de cabeza a algunas comunidades de vecinos. Por un lado los llamados 'pisos pateras'. Viviendas en las que habita un elevado número de personas y que originan un trasiego que a determinadas horas intempestivas resulta ciertamente molesto. Algo parecido ocurre con los pisos de prostitución, que han proliferado en detrimento de los clubes de alterne, y con la okupación, si bien en Burgos este último es un problema residual.

El uso inapropiado de las instalaciones es otro punto de crispación. Y obviamente, cuanto más se tiene, más problemas. Por ejemplo con las piscinas. En los últimos años muchas comunidades han decidido limitar el número de invitados de cada propietario e incluso vetar la entrada a los morosos. 

El papel de los administradores de fincas, subraya su presidente, «es relativizar las discusiones e intentar hacerles ver que, probablemente, sea más sencillo solucionarlo de forma amistosa que llegar a otros extremos». Se refiere a concluir un conflicto a los tribunales, lo que en más de una ocasión ha ocurrido, aunque por lo general es la última vía y la más costosa.