Una semana de pánico

Adrián del Campo
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En Anguix no hay otro tema de conversación que la plaga de robos que ha desatado el temor entre los vecinos. La alcaldesa adelanta que la Guardia Civil ya tiene un sospechoso detenido

Una semana de pánico

Los vecinos de Anguix lo dicen claro: «Tenemos pánico». Es lo que afirman con rotundidad cuando se les pregunta cómo están viviendo la plaga de robos que sufre el municipio. Contabilizan 16 entradas en viviendas desde Semana Santa y, lo más preocupante, 14 de ellas en menos de siete días. Esos últimos episodios, los sufridos entre el fin de semana del 11 y 12 de mayo y el pasado jueves son los que han desatado el temor entre una población de poco más de cien habitantes censados.

La oleada de sustracciones en casas de particulares se ha convertido en el principal tema de conversación de los vecinos. A la puerta de la iglesia, en los bares y hasta en el interior de los hogares no se habla de otra cosa. Ahora, el mayor interés que tienen los ciudadanos es saber quiénes son los culpables y cuándo serán arrestados. Los rumores son muchos, unos hablan de jóvenes, otros de extranjeros, pero no hay nada confirmado todavía.

 

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ARROJAR UN POCO DE LUZ

Ante la multitud de comentarios, la alcaldesa, María Teresa Arquero, aclaraba algunas dudas ayer a la hora del vermú. La regidora confirmaba que ya había un detenido aunque no daba más datos, ni siquiera de dónde procedía la información. Por su parte, en los cuerpos de seguridad del Estado ni confirman ni desmienten el anuncio de la edil socialista y se limitan a anunciar que no darán respuestas hasta que se concluya la investigación abierta, con el fin de no entorpecerla.

A pesar de los avances en las pesquisas, los esfuerzos de la Guardia Civil y los refuerzos policiales que agradece la alcaldesa, «están trabajando día y noche aunque aparentemente no les veamos», insiste; el pánico no se aleja de Anguix. En uno de los bares del pueblo, los camareros admiten que ahora todas las tertulias se centran en la plaga de robos y las sensaciones que transmiten los clientes son de «miedo, inseguridad e impotencia». «Simplemente hay que fijarse en la cara de los que han sufrido los hechos, con eso se dice todo. No hay derecho», asevera un asiduo al bar.

 

«TODO ES MUY RARO»

Otra de las frases que más se repiten en el pueblo es que «todo es muy raro». No entienden la forma de proceder de los ladrones, que a su paso dejan literalmente desarmadas las viviendas, con ventanas, muebles y objetos personales destrozados. «Sacan los cajones y armarios a la fuerza y tiran todo por todos lados. Además, nosotros suponemos que solo buscan joyas, móviles o dinero, porque dejan televisiones, relojes de pared...», declara un vecino.
Acto seguido toma la palabra otra residente en Anguix, cuya voz se eleva por encima del resto, todas conmocionadas por los robos, para insistir en el «pánico» que sienten desde hace ya más de una semana. «El otro día fui a ver la casa de mi hermano, por controlarla, y cuando estaba allí, con el aire, una cortina se metió para dentro. ¡Me metí un susto...! Las piernas me temblaban… Me dije: ‘están dentro’, y ya no me atreví a pasar. Entonces llamamos a la Guardia Civil y cuando accedimos, aquello estaba que es imposible hacerse una idea», lamenta.

Nadie en el pueblo, ni los más mayores, recuerda una oleada de robos igual y ya no saben qué hacer. Tienen miedo a dejar sus casas solas, porque los ladrones suelen actuar en viviendas vacías (solo han entrado en una de primera ocupación) pero tampoco quieren saber qué pasaría si les encontraran dentro en el momento del delito… Muchos ya ni duermen y se desvelan con el mínimo ruido. La paranoia también está presente: sospechan de cualquier desconocido, vaya paseando o en coche, y ahora solo piden que se acabe ya este «sinvivir».