Dice el hombre del tiempo que el veranillo que gusta estos días se mantendrá al inicio de la semana. Un aliciente más para dejarse caer por el barrio de Parralillos y descubrir en vivo qué se cuece detrás de las paredes del Centro de Creación Escénica La Parrala. Darse a conocer, un objetivo necesario pese a que llevan veinte años en el tejido cultural capitalino, y encontrarse de una forma distendida con el público son dos de los objetivos del Jardín Escénico, amén de sacar partido a este espacio, situado detrás del antiguo colegio y recuperado hace cuatro años. Entonces se diseñaron unas jornadas para estrenarlo y ya son tradición.
Tienen lugar hoy lunes y mañana martes. En horario de mañana, tarde y noche. Las entradas para cada cita cuestan 2 euros. Y con propuestas para todos los públicos. Teatro, sobre todo, pero no solo. La música vuelve a colarse en la fiesta.
Y para acudir a una resulta esencial ponerse guapa. Un taller de maquillaje de fantasía da el pistoletazo de salida. Tati Sastre, de Adalí Teatro, saca las pinturas con niños a partir de 7 años, acompañados por un adulto (12 h.). La Mueca, Colectivo Inesperado y Margarito y Cía, todas compañías socias de La Parrala, con Alicia Blues como maestra de ceremonias, protagonizarán esta Varieté Parralera (19.30 h.). Mítico es el adjetivo que utiliza Alicia Benito, miembro de la organización de estas jornadas, para referirse a Ata Cabos con esta Trompa, una banda de los noventa con origen en Villadiego, integrado por algunos de los técnicos burgaleses, que se unen para brindar por la larga vida del teatro (21.30 h.).
Mañana martes, festivo, arranca con un concierto de Lumpen Klass Blues Band, grupo de música de uno de los integrantes de la compañía Teatro bajo la arena, una de las últimas incorporaciones al centro de creación escénica (12 h.). Un surtido familiar, con propuestas de Kurulumbha, Adalí Teatro y Margarito y Cía, servirá la sobremesa (17 h.). Y el fin de fiesta irrumpirá con una pincelada social con la representación de Yo soy tú y somos ellas, de La Carbonería de la Lola (20 h.).
«La cultura es necesaria en esta época y La Parrala tiene que seguir abriendo sus puertas una vez al año, por lo menos, para recordar que seguimos aquí y que no hemos dejado de trabajar», comenta Benito al tiempo que observa que se cuidarán todas las medidas de seguridad (control de aforo, prohibición de comer y beber, accesos señalizados...) y que esta cita con el público en su casa es un momento importante para todos los artistas que allí conviven.
«Aunque todos estamos muy liados porque La Parrala está en ebullición, hacemos un esfuerzo para abrir nuestras puertas, se llamen así o Jardín Escénico. No es un bolo más, es un día para compartir con la gente», apostilla consciente de las circunstancias especiales en las que se desarrollan, con las emociones aún muy vivas.