El tío Gilberto era un héroe

H.J.
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La familia de un claretiano nacido en San Martín de Humada ya sabía que había ayudado a pasar republicanos a Francia durante la Guerra Civil. Ahora han descubierto que también salvó la vida a 150 judíos en el París ocupado por los nazis

Gilberto (en el centro de la fila inferior) junto a sus hermanos y otro sacerdote. - Foto: Alberto Rodrigo

A Yolanda Rentero su madre le contó la historia hace muchos años: «Decía que una comunista le regaló los zapatos con los que hizo la primera comunión». Vivían en Barcelona a mediados de los 40, en plena posguerra, y el tío Gilberto rogó a sus abuelos en varias ocasiones que cedieran su casa como refugio para gente de izquierdas que después escapaban de la dictadura hacia Francia. Una de las mujeres que pasó por el escondite compró aquel calzado tan especial en señal de agradecimiento.

Gilberto era sacerdote claretiano, nacido en San Martín de Humada a finales del siglo XIX y tenía otro hermano en Bilbao. «Estamos convencidos que desde allí también ayudó a pasar gente, porque lo comentó en alguna ocasión la tía Benita, una hermana suya».  Así le recuerdan en su localidad natal los muchos sobrinos que dejó Gilberto Valtierra Barriuso.

Todos sabían o sospechaban que había sido un hombre bueno, pero hace unos días se enteraron, a través de un reportaje del diario El País, que contribuyó decisivamente a salvar la vida de un centenar y medio de judíos de París durante la Segunda Guerra Mundial.

Jugándose el tipo, con la colaboración de otros tres religiosos y desde la Misión Católica Española en la capital francesa, logró engañar a los nazis mediante falsas partidas de bautismo tras supuestas conversiones que nunca fueron tales.

De los 12 hermanos Porras Valtierra, el que mejor conserva su memoria es Luis. No en vano es el mayor y el único que recuerda haber visto personalmente al tío Gilberto, en una de las ocasiones en que volvía a San Martín. No puede tener una imagen vívida de él porque murió en 1953, cuando apenas contaba con diez años, pero sabe bien que «había ayudado a gente durante la guerra» y explica que cuando murió su tío abuelo la familia recibió una carta desde Francia en la que decía: «Los pobres de París le lloran en su tumba».

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