Medicina Nuclear reclama una entrada directa al PET-TAC

G.G.U.
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El personal explica que los pacientes que usan el equipo no deben compartir pasillos ni ascensores con los demás para evitar «irradiación innecesaria»

La puerta y la rampa para el acceso directo se crearon en la construcción. - Foto: Jesús J. Matías

El servicio de Medicina Nuclear lleva un año reclamando que se abra desde el jardín exterior del HUBU un acceso directo al sótano en el que está el PET-TAC para evitar que pacientes que han recibido radiofármacos tengan que emplear los mismos pasillos y ascensores que los demás y minimizar así el riesgo de «irradiaciones innecesarias»; sobre todo, a embarazadas y a niños. 

La petición dista de ser nueva y, de hecho, podría decirse que lleva sobre la mesa desde la apertura del HUBU, dado que el diseño del inmueble y de los accesos se hizo teniendo en cuenta los usos que se le iban a dar. Y, así, en el bloque en el que estaba prevista la instalación del equipo más avanzado del mercado en detección de tumores, enfermedades neurológicas o infecciones, el PET-TAC, se habilitó una puerta con salida directa al jardín exterior del hospital; acceso que comunica con una rampa que conduce al acceso principal del hospital.

De ahí que el servicio haya solicitado formalmente a Eficanza, propietaria del edificio del HUBUy de su mantenimiento, que adecúe la rampa -de unos 45 metros- a los usos que se demandan. El responsable del servicio, el médico nuclear Juan José Duque, considera que personas sin problemas de movilidad reducida pueden entrar y salir por este punto sin mayor problema, pero si el Ayuntamiento dictamina que la pendiente de la rampa es excesiva, pide que se escalone el espacio empedrado adjunto y se convierta en vía de paso para estos pacientes. «Si no, hay que sacarlos vía interna y se aumenta la irradiación al personal potencialmente expuesto», explica Duque, advirtiendo de que «podría darle a una embarazada o a un niño y es del todo innecesario, además de evitable».

El facultativo lideró desde 2012 la reclamación para la puesta en marcha del PET-TAC, que llegó a estar en los planos del HUBU pero que en un momento de la construcción se cayó. Y pasaron ocho años hasta que se instaló y se empezó a usar en Burgos este equipo de alta tecnología, que combina la medicina nuclear y la radiología para detectar los focos de crecimiento celular anormal en el organismo. Entre la obra y el aparato, de la gama más alta, Eficanza invirtió cerca de 4 millones.

Diez años de reclamación. La puesta en marcha del PET-TAC en Burgos es una aspiración cumplida para Duque y su entorno, pero el médico cree imprescindible completarla con un acceso directo para los pacientes.

Una vez que se consiga, ya solo faltará una cosa para que el servicio cumpla todas las expectativas de su responsable: la adecuación de la radiofarmacia, que es la sala en la que se preparan los radiofármacos para los pacientes. «La denominamos 'sala blanca', porque es igual que un quirófano», dice Duque, destacando que debe tener presiones específicas y puertas enclavadas, para que la interior solo pueda abrirse si la exterior está cerrada. Algo que no sucede, diez años después del traslado. Y, según recalca Duque, es fundamental.