Casa del Cordón

MARTÍN G. BARBADILLO
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"El palacio cumplió su función y se convirtió en el lugar en el que pasaban las cosas, donde había que estar. Supongo que en esa época si no te invitaban a la Casa del Cordón no eras nadie"

Imagen de la Casa del Cordón en el año 2000. - Foto: Ángel Ayala

¿Qué es? Se trata de una palacio enorme en el centro de la ciudad que a lo largo de su existencia ha pasado por todo lo que uno se pueda imaginar.

Edad. Comenzó a construirse en 1476, así que supera con creces los 500 años.

Un palacio, dices. Bueno, 'El Palacio'; en el Idealista de la época aparecería sin duda en el top 1. Su origen es curioso: tiene que ver con que la mujer del César, además de serlo, ha de parecerlo.

¿Cómo? En 1473, Pedro Fernández de Velasco es nombrado Condestable de Castilla. No es fácil hacerse a la idea hoy de la importancia de ese puesto, pero podríamos decir que era, básicamente, el número 2 de todo, el que iba después del rey y además tenía poderes ejecutivos.

Muy arriba, ¿no? El caso es que, en el momento del nombramiento, vivía en una casa más o menos en la actual calle San Lorenzo; era, obviamente, céntrica, con las comodidades más avanzadas de la época, pero no estaba a la altura de sus nuevas obligaciones. Así que, junto a su esposa, Mencía de Mendoza Figueroa (abolengo castellano a raudales), mandó construir el Palacio de los Condestables de Castilla, que es el nombre fetén de la Casa del Cordón.

El palacio con mayúsculas. Era incluso mayor de lo que es hoy. Si te acercas, aún podrás contemplar sus dos grandes torreones, que le dan un aire de fortaleza, las gárgolas y su espectacular patio de dos pisos con resonancias italianas. Su fachada principal da a la plaza de la Libertad y en ella está el cordón que le ha dado su nombre popular. Este lazo une los escudos de las familias de los dos promotores; eso es poderío.

Ya te digo. El palacio cumplió su función y se convirtió en el lugar en el que pasaban las cosas, donde había que estar. Supongo que en esa época si no te invitaban a la Casa del Cordón no eras nadie. Por ejemplo, en abril de 1497, los Reyes Católicos reciben en sus dependencias a Cristóbal Colón a la vuelta de su segundo viaje a América; el mismo año acoge la boda del príncipe Don Juan, hijo de los mismos monarcas; en 1515 se celebra la ceremonia de incorporación de Navarra a la Corona de Castilla. También recibió visitas papales y durante un tiempo fue sede de la corte. Aunque también sucedieron imprevistos.

¿Como cuál? En septiembre de 1506 llegan a Burgos Juana la Loca y Felipe el Hermoso. A la semana, él fallece en la Casa del Cordón y desde ahí comienza el famoso periplo que lleva el cadáver a Granada.

Un viaje muy literario. A mí me parece más bien una road movie alucinada, pero bueno. El caso es que todos estos acontecimientos convierten a la Casa del Cordón en un espacio único en la ciudad. Yo cuando paseo por la calle Santander, aunque vaya apurado, miro a los muros y me gusta pensar en los hechos que allí ocurrieron. Es un microviaje espacio-temporal de un segundo en medio de la vorágine diaria. Cosas así también hacen que una ciudad sea más agradable.

Si tú lo dices. Además, el edificio es una rara avis, una de las pocas construcciones civiles de esa época que nos ha llegado. Tenemos el castillo, iglesias a montones, pero edificaciones ajenas a esos estamentos muy poco, apenas nada más que la Casa Miranda (construida como residencia de un canónigo) y la Casa de Íñigo Angulo, sedes del ultradesconocido Museo de Burgos.

Volviendo al Cordón, al principio decías que ha pasado por todo lo imaginable... Yo no creo en esas cosas, pero se podría decir que es un lugar con vida propia y casi inmortal. Como en la existencia de una persona, ha transitado por diversas fases, y como una criatura mitológica ha resurgido cuando parecía que mordía el polvo para siempre.

Siguiendo con la historia, el traslado de la corte a Toledo marcó el principio de su decadencia. A partir del siglo XVIII ya no es ni su sombra y se llevan a cabo numerosos cambios: la ampliación de la calle Santander obliga a tirar el muro de esa calle y reconstruirlo más atrás, y lo mismo sucede con el de la calle Cordón. A principios del siglo XX se emprenden reformas para evitar su ruina. El edificio olvida su pasado palaciego pero sobrevive y pasa a tener otros usos: en sus bajos, por ejemplo, hubo casi una docena de locales comerciales.

Todo el mundo tiene un bache en la vida. Pero ocurrió una nueva vuelta de tuerca: con la Guerra Civil volvió a ser un centro de poder al acoger dependencias del gobierno de Franco, que ocupó cualquier espacio disponible en la hacinada ciudad durante la contienda. Allí estuvo, por ejemplo, el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Sí que es inmortal. Y hay más. El edificio fue adquirido en los 30 por la Caja de Ahorros Municipal de Burgos, que, 50 años después, lo reformó completamente para dejarlo como hoy está. Fue una intervención moderna que respeta el alma de la construcción y le añade con gusto elementos contemporáneos. Es una resurrección en toda regla. La Casa del Cordón se convirtió en la sede central de la entidad, pero las cajas pasaron a la historia y ahora es el centro de la programación cultural de la fundación de la entidad, que es de primerísima división, la mejor de la ciudad de largo.

¿Es un museo? Y un auditorio. Por sus salas ha transitado arte de todas las épocas a toneladas, desde piezas medievales a las vanguardias, pasando por un buen montón de muestras de fotografía, como la que se puede ver ahora. Alguna vez, en una exposición de arte del pasado, de dibujos renacentistas por ejemplo, pensaba al visitarla que quizás esas obras ya habían estado en el Cordón siglos atrás; quién sabe.

Es un edificio poderoso. Sí lo es, y se puede escuchar. Desde su sótano, donde está el auditorio, resuenan los ecos de los conciertos. Han pasado por allí infinidad de artistas de múltiples géneros. Yo recuerdo, a bote pronto, de la vida prepandemia, alguno muy potente: Ángel Stanich sonando alto y fuerte; Christina Rosenvinge con la Joven Orquesta Sinfónica de Burgos, muy bello, o la actuación de Antònia Font, superestrellas mallorquinas de la música en catalán que tocaron literalmente para cuatro gatos en un día de nevada bestial.

Ya ha vivido la Casa del Cordón. Y, si sigue así, lo que le queda. Es imposible imaginar en qué se emplearán sus instalaciones en 100 o 200 años. Tal vez se convierta en un centro de investigación espacial, un salón enorme donde disfrutar de la realidad virtual, la sede de alguna corte de nuevo, un paseódromo cubierto... Pero yo apuesto a que seguirá ahí.

Me voy a visitarlo antes de su próxima mutación. Como quieras, pero no hace falta tanta prisa; en esencia es siempre la misma y, además, como ya te he dicho, parece que eterna.

Si quieres parecer integrado... Acude a un concierto de jazz, un festival de cortos, una exposición de arte africano o lo que toque en sus salas.

Nunca, nunca, nunca... Dejes pasar la oportunidad de visitar su patio. Escápate de la realidad un segundo y entra haciéndote el despistado; está abierto.