Llamamiento para frenar las escombreras en Aranda

L.N.
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Ante las quejas vecinales, los educadores ambientales resaltan la obligación de llevar hasta el centro de tratamiento de residuos, en la carretera de La Aguilera, los restos de obras menores y evitar la picaresca

Llamamiento para frenar las escombreras en Aranda

La escombrera en las Eras de Santa Catalina no deja de crecer. A los trozos de uralita, restos de ladrillos, azulejos partidos, envases de productos fitosanitarios o sacos de cemento, se suman zapatos, sillas de plástico rotas, la tapa de un retrete y hasta cortinas de ganchillo. Es el resultado de al menos tres años tirando todo tipo de desperdicios en pleno casco urbano de Aranda de Duero, a escasos metros de varios bloques de viviendas y de un parque infantil. Muy cerca, también en esas mismas eras, se localiza otro vertedero irregular, que corona un colchón mugriento. Los aros que se emplean en los pozos comparten espacio con una maleta y botes de pintura de 25 kilos. Como la anterior, 'nació' hace cerca de tres años y ahí sigue. 

No son los únicos focos de insalubridad junto a las calles de la capital ribereña. Hace apenas unos días, la Asociación de Vecinos de Santa Catalina solicitó al Ayuntamiento la retirada de los escombros de un solar en la confluencia de las calles Coruña del Conde y Santiago ante las quejas que les han trasladado sus socios y vecinos. Advierten que si esta actuación no se produce de inmediato, el terreno se convertirá "en un reclamo para gente poco sensible con el medio ambiente que aprovecha el lugar para desprenderse de todo tipo de material de desecho, transformando un espacio limpio en un depósito ilegal de escombros". Porque como indica su presidente, Antonio Adeliño, esos desperdicios, que proceden de la adecuación de distintos pasos de peatones, ya incluyen otros materiales del arreglo de baños que nada tienen que ver con el depósito inicial. 

En su opinión, el problema radica en que al no retirarse los escombros, "se crean puntos donde la gente echa escombros que no vienen a cuento". Y, claro, al quedarse ahí se produce lo que denomina un "efecto llamada". Al final, "los vecinos nos comemos el marrón.  En algunos casos echan gatos muertos, y luego aparecen ratas y cucarachas que pueden propagar cualquier enfermedad". En el caso de este último montón, también hay un parque infantil cerca. 

A estos puntos negros, se añade otro junto a la calle Pedro Sanz Abad y otro más al final del Camino Pizarro, pasada la presa del Arandilla, con unos diez montones cubiertos por la maleza. Mientras, en dirección Fuentespina, junto al canal, la estampa resulta desoladora. Los escombros de obra campan a sus anchas, hay tres colchones, multitud de zapatos, ordenadores, televisores, la caja de una sulfatadora, almohadas, alzadores y hasta una camiseta de la Selección. 

Suficientes armas legales. Ante este panorama, los educadores ambientales recuerdan que no debieran existir escombreras en ningún sitio y que los ayuntamientos cuentan con suficientes armas legales para combatir el problema. 

A juicio de Miguel Ángel Pinto, director de las Aulas de Medio Ambiente de la Fundación Caja de Burgos, estamos ante "un problema de sensibilización básica que hay que trabajar en todos los ámbitos". Ese todos incluye tanto a los ciudadanos como a las constructoras. Porque, como remarca, las empresas están obligadas a llevar a un centro de tratamiento de residuos los escombros procedentes de obras. De ahí su llamamiento en una doble vía: que quien contrate una obra insista a la empresa para que cumpla con la gestión de los desechos y que el contratista cumpla con la ética profesional, para no afectar a quienes sí actúan bien. 

Otra cuestión es la picaresca. Que haya quienes ajusten más los presupuestos y no incluyan esta gestión o particulares que tiran los restos en cualquier montón en lugar de ir al punto limpio, lamentan desde la Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento. De ahí que Pinto remarque que "el problema está en quien inicia estas escombreras". Por ello, defiende que "lo coherente es que si alguien ve a otra persona tirando escombros donde no procede lo denuncie". 

Por su parte, desde el Consistorio advierten que si estos vertidos se hallan en terreno privado, no pueden intervenir. En cualquier caso, destacan que trabajan para que cale una conciencia ambiental y conseguir una mayor implicación de todos los sectores. "No avanzamos si concienciamos a nuestros niños en los colegios, pero nos olvidamos de hosteleros o comerciantes". También recuerdan que además del CTR, Urbaser recoge enseres por las casas previo aviso. 

Finalmente, desde Abubilla Ecoturismo, su impulsora, Candelas Iglesias, quien trabaja como educadora y consultora ambiental, apunta que en el medio natural "han ido descendiendo las escombreras". Algo que, a su juicio, se debe a la vigilancia de los agentes medioambientales, del Seprona, así como a los carteles que han instalado los diferentes ayuntamientos. Iglesias destaca "ciertas facilidades" de los puntos limpios para dejar residuos de construcción.