¿Debe repatriarse el arte exiliado y expoliado?

R. PÉREZ BARREDO
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La polémica en torno a la reclamación que Grecia le hace a Gran Bretaña a propósito de las obras que el British Museum atesora de la Acrópolis ha reabierto el debate sobre el arte en la diáspora. Burgos tiene muchos casos

Nave central de San Miguel de Tubilla del Agua, de la que hace más de medio siglo se vendieron varias piezas. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

En la hondonada, aunque parezca mimetizada con la maleza, se alza silente la torre de la iglesia de San Miguel, recubierta por la yedra que lleva décadas retrepada a sus sillares. Hay un silencio mineral en Tubilla del Agua que sólo quiebra la melodía saltarina de la preciosa cascada que atraviesa el pueblo. Hace algo más de medio siglo que este templo del siglo XII fue desmembrado, siendo sus piezas artísticas repartidas aquí y allá. Cataluña fue el destino de todas ellas.

El de esta iglesia es uno de los casos más significativos de quienes se valieron bien de la miseria, bien de la necesidad, bien mediante argucias convincentes sobre preservación para hacer su agosto y llevarse consigo patrimonio artístico de su lugar de origen. Recurrentemente se reaviva la polémica nunca del todo cerradas sobre la devolución -por parte, principalmente, de museos- de obras procedentes de otras latitudes.

Está sucediendo estos días con el British Museum de Londres, de nuevo en el centro de la diana  después de que el Museo Arqueológico Palermo devolviera al de la Acrópolis de Atenas una pieza del friso que representa a las diosas Peitho o Artemisa: Grecia ha vuelto a insistir y está presionando a la pinacoteca londinense para que devuelva los conocidos como Mármoles de Elgin, 75 metros del friso del Partenón, nada menos, que fueron trasladados a Inglaterra a comienzos del siglo XIX y que se exponen en el British desde el año 1939. 

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)