Un actor inglés varado en la Ribera

I.M.L. / Santa Cruz
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Kevin Winkley viajaba por Europa en moto cuando se le averió. Lleva 5 días en Santa Cruz de la Salceda, disfrutando de su tranquilidad

Kevin Winkley no está triste en Santa Cruz de la Salceda pero echa de menos su moto y aquí posa con cara de actor reflexivo. - Foto: I.M.L.

Salió de la ciudad inglesa de Lancashire el 14 de junio para recorrer, en este orden, Alemania, Francia, España, Italia y Suiza. Este era el plan de viaje de Kevin Winkley, un actor inglés de reparto, «extra» especifica él, que lleva cinco días sin poder moverse de la localidad de Santa Cruz de la Salceda. ¿El motivo? Winkley lo explica sin miramientos: «Fui de Nerja a Torrenueva, a Madrid y abrí un mapa (de los de toda la vida en papel) y siguiendo la linea recta me encontré con Santa Cruz de la Salceda». Así de sencillo, aunque es cierto que algo conocía de esta localidad ribereña. «Tengo un amigo estadounidense que su madre es de aquí, aunque se casó con un americano y vive allí ahora, pero sus dos hermanas aún residen aquí», especifica.

La mala suerte quiso que su compañera de viaje, su moto, se averiase en la autopista y ahora no tiene modo de continuar su viaje. «Ya he pasado demasiados días aquí, no me dicen cuándo podrán devolverme mi moto, así que voy a parar aquí mi viaje, intentaré conseguir un coche de cortesía si no me entregan mi moto, y cogeré el ferry en Bilbao para volver a Inglaterra», explica con resignación.

Puede que a los vecinos que se hayan cruzado con él estos días les resulte familiar. No es para menos, porque su cara se puede rastrear en un buen número de producciones audiovisuales de primer nivel. «He participado en 30 o 40 películas y entre 50 o 60 series, todo rodado en Reino Unido», especifica. El espectador atento puede verle caracterizado de mil maneras en Wonder Woman, Peaky Blinders, Victoria, Animales Fantásticos y dónde encontrarlos, El instante más oscuro, y la lista es interminable.

«De pasar un día aquí, se ha convertido en cinco días, pero estoy muy feliz», se esfuerza por decir en castellano, con la ayuda del traductor de su teléfono móvil, porque es de esos «viajeros» (no se considera turista) que se esfuerza por hablar en el idioma del país donde está. «Sé algo de francés y español», asegura con un gesto que delata la ironía en sus palabras.

«Esta semana nos hemos divertido mucho con la familia de mi amigo estadounidense», reconoce, aunque su rutina diaria se parece más a la vida contemplativa: «Café con leche, descanso, caña, descanso, comida, descanso,...», enumera sus actividades. «Mientras he estado aquí me he estado relajando, pararme aquí unos días sin transporte ha sido un regalo del cielo», lee en su traductor con una gran sonrisa en los labios. Tras estas jornadas en la localidad ribereña, ya tiene claro que es lo que más le gusta de ella. «En primer lugar, el ambiente relajado que tiene el pueblo, o debería decir en primer lugar Nuria Leal, y después la gente del pueblo, aunque no puedo comunicarme directamente con ellos ha sido muy acogedora, me siento ya parte del pueblo», confiesa dejando la puerta abierta a regresar para conocer más de la comarca.