María Jesús Jabato

Señales de vida

María Jesús Jabato


La pacificación

01/07/2022

Ya se va agotando el millón trescientos mil euros que han costado los festejos municipales y aunque somos más pobres, que nos quiten lo bailao, que de eso se trata. No echaremos la vista atrás trayendo a estas líneas las jaranas varias que nos hemos echado al coleto para no tener que verter quejumbres como manchas de tinta al estilo de Ontañón, don Jacinto, que decía: Me condena otra vez mi suerte ingrata/ a recordar ¡gran Dios!, la cabalgata./ Desgraciado de mí,/ ¿por qué la suerte me persigue así? Y aunque iluminados aún por temblorosos farolillos festivos, vayamos otra cosa, si es que hay otra cosa a la que ir, otros asuntos que traer al papel,  porque la vida municipal está adormilada en el cesto, como una cobra, y ni las festivas dulzainas de palosanto consiguen que levante cabeza. Así está el patio cuando nos dicen que ha aumentado la siniestralidad vial y que este año hay más accidentes de tráfico con víctimas que el pasado. La cosa es sencilla: sale usted de casa repeinado y perfumado y en la primera acera que transita, en el primer paso de peatones que alcanza o en la primera rotonda que cruza, ¡zas!, le mandan de un topetazo a los vagarosos dominios de San Pedro. Da lo mismo que sea usted peatón, ciclista o conductor; quedará convertido en chatarra, que eso al fin y al cabo es un cadáver, chatarra humana, y chatarra serán también su bici, su patinete eléctrico o su automóvil. El mandamás de la Policía Local ha dicho en este diario que no hay «pacificación del tráfico», porque todos nos estorbamos, el peatón entorpece al ciclista y al conductor de patinete eléctrico, y estos molestan al automovilista, y propone que todos los vehículos vayan por la calzada para obligar a los coches a ir más despacio. Lo malo es que si los conductores no leen el periódico, no repararán en estas sutilezas y seguirán yendo a lo suyo, o sea, a lo que sea, pero siempre deprisa, muy deprisa. Los ciclistas se quejan, los conductores se quejan, los peatones se quejan, todos nos quejamos porque quejarse es de las pocas cosas que no cuesta dinero, de momento, así que mucho nos tememos que la pretendida pacificación del tráfico que quiere el bienintencionado jefe de la Policía Local se hará esperar. Mientras tanto habrá que salir de casa confesado y despedirse de la familia como si no hubiera un mañana. Por si acaso.  
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