Música que sale de las entrañas del alma

M. URIZARNA
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Fetén Fetén y Depedro pusieron el broche final entre jotas e instrumentos populares. Por la tarde, Penélope, Tereresa, Karmento y Guada crearon una atmósfera de nostalgia y serenidad

La reivindicación de la jota de Fetén Fetén y Depedro, hicieron del Tribu un festival diferente. - Foto: Luis López Araico

Corrillos de gente con mantas en el suelo haciendo picnic, el anhelo de sentir el sol en la piel y música que acaricia el alma. Hay momentos que recuerdan a los últimos días de verano, como el de ayer en el Festival Tribu, donde Penélope, Tereresa, Karmento y Guada, cuatro mujeres con una voz especial y mucho que trasmitir, crearon una atmósfera de nostalgia y serenidad. Y es que, aunque en Burgos el frío ya se haya hecho notar, aún quedan unos pocos días de estío antes de que llegue el otoño. 

La tarde comenzó con Penélope, una joven banda de Barcelona con una sinergia musical y actitud únicas. Sus letras sobre madrugadas eternas, curvas peligrosas y malas decisiones, y la dulce, pero afilada voz de su vocalista Aitana Chanca, crearon un clima de calidez que embaucó a quienes acudieron ayer a los jardines de La Parrala a escuchar su característico pop experimental. 

Con esa atmósfera de armonía que inundó el lugar desde la primera nota musical que sonó, subió al escenario la burgalesa Tereresa (Teresa Martínez), con una guitarra y una voz que transmitía una tranquilidad y paz infinitas. Sonó Todo sigue igual, y el público estalló en aplausos, cantó Te quiero lejos, y volvía a enloquecer. Aunque fue Sin remedio, un tema para aquellos a los que un día conoces y al siguiente, de repente, se han ido de tu vida, con el que más empatizó el público. 

Pero para música de esa que sale desde los más profundo del alma la de Karmento, una música impregnada de mensajes sobre las elecciones y caminos de la vida y la libertad de andarlos a ritmo propio. La albaceteña supo sacar carcajadas al público más de una vez. «Este tema (refiriéndose a La jornada) se lo dedico a todos los matrimonios bien avenidos que habéis venido al Tribu», dijo con un desparpajo muy manchego. 

Y desde Latinoamérica, del país de la plata, vino Guada, con un sonido sensual a la par que reivindicativo. Con su música contó la historia de una mujer blanca a la que una tribu india secuestró. Cuando un capitán acude en su ayuda, ella se niega, al sentirse ya parte del clan. Guada, junto a Teresa, Carmen, y Aitana enseñaron ayer el coraje de sentir y ser emocional. 

Un cierre fetén. Tribu es un lugar donde lo pequeño y lo tradicional también es protagonista, y quién mejor para poner el broche final al festival que Fetén Fetén. El grupo musical del arandino Jorge Arribas y el burgalés Diego Galaz, es el lenguaje del alma hecho armonía, una lectura contemporánea de lo tradicional que hace homenaje a la ciudad. 

«En estos tiempos de internet de desconexión de lo real, reivindicamos la jota, pues el día que en Burgos se nos olvide estaremos perdidos». La Jota del Wasabi y otra más que tocaron con el único acompañamiento instrumental de dos cucharas y una flauta, hecha con una silla de camping, dejaron constancia de su puesta en valor de la música popular. 

Y como no podía ser menos, les acompañó Jairo Zavala, artísticamente conocido como Depedro. Fue sonar el primer acorde de Nubes de Papel y el público enloqueció de emoción, y es que ya lo dijeron al presentarle Jorge y Diego, que Depedro, «es uno de esos pocos cantantes que son honestos a lo que creen y sienten».