Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Vale madres

03/01/2022

La Real Academia Española vuelve a brindarnos un delicado entretenimiento al permitirnos salsear en las palabras que bendice de cuando en cuando nuestro diccionario oficial, entre las que este año figuran términos propios de las nuevas tecnologías, como webinario y bot; otros, más jacarandosos, tomados directamente del lenguaje de la calle, como pifostio y ojiplático; y algunos tan habituales ya en nuestra vida cotidiana como búho (en su acepción de autobús nocturno), chuche o sanjacobo. La incorporación que a uno le ha parecido más sugerente es la del mexicanismo valemadrismo, definido como actitud de indiferencia, desinterés o pasividad y que se relaciona con el cheli pasota, término nacido en los tiempos de la Movida madrileña y formalizado por el diccionario hace ya muchos años.

Ni la una de la otra cuentan con posibilidad alguna de ser designadas como la palabra del año en España. La pandemia ha seguido provocando reacciones emocionales de toda condición, desde el pesimismo al desánimo, pero los despreocupados, los pasotas, han sido los menos: somos uno de los países con mayores tasas de vacunación de Europa y medidas como la obligatoriedad de llevar mascarilla en espacios abiertos son observadas con disciplina por la mayoría.

El cansancio mental no nos lo han provocado tanto las restricciones que nos han sido impuestas como la interesada veleidad de las decisiones políticas durante estos largos meses de alarma sanitaria. Hace tiempo que en Castilla y León, por no irnos muy lejos, a muchos ciudadanos nos vale madres lo que pueda decir la Junta sobre la prevención contra la covid, hastiados de un gobierno autonómico que ha pasado de imponer algunas de las limitaciones más estrictas decretadas en suelo español a despachar la sexta ola con un puñado de amables recomendaciones con las que no enfadar en exceso a nadie en víspera de elecciones. Y agradecemos a la Academia que nos haya descubierto otra bella palabra mexicana, ñáñara, que nos viene de rechupete para expresar lo que sentimos cuando oímos al desahogado de Mañueco exigir ahora al Gobierno que adopte las medidas que él no tiene la valentía de aplicar: repelús, temor indefinido o repugnancia que inspira algo.