Mientras los usuarios y los municipios conectados por la N-120 ansían la esperada autovía desde hace dos décadas, la realidad de la vieja vía convencional exige la máxima atención por parte de todos los elementos de una ecuación que persigue cada año el resultado de cero fallecidos.

El repunte de siniestros mortales que presenta la carretera que une Burgos con Logroño en los últimos 13 meses -un total de 9, con 11 vidas cobradas- hace aún más importante la labor de vigilancia y control que realiza la Guardia Civil en esta nacional en su paso por la provincia.

Un equipo de DB acompañó a laBenemérita en sendos servicios realizados en una jornada en la carretera más peligrosa de Burgos para tratar sobre el terreno las peculiaridades del trazado. La Agrupación de Tráfico insiste en que la siniestralidad de la N-120 no es alta, pero sí grave. Por eso, aunque no existe un plan de seguimiento especial, sí se dedican todos los recursos al alcance para garantizar al máximo la seguridad de todos los usuarios.

El teniente jefe del destacamento de Tráfico de Burgos, José María Izquierdo, coordina el control de velocidad establecido en uno de los tramos de la carretera con una mayor presencia de vehículos al día, hasta 13.000 según indican las cifras compartidas por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.

El dispositivo incluye dos patrullas, un vehículo de atestados y el radar móvil situado a una distancia de tres kilómetros. Los agentes no tardan en dar el alto al primer turismo para realizar otras labores como la comprobación de la documentación o la prueba de alcoholemia en una tarea que transcurre sin sobresaltos. Entre los 102 vehículos controlados en 50 minutos, se tramitaron cuatro denuncias por exceso de velocidad y ninguna por positivo en alcohol.

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