En 2019, dos hernias postraron a Jacobo de la Herrán Gascón durante tres meses en la cama y le obligaron a cambiar su vida a partir de ese momento. Solo le acompañaban el sufrimiento y la frustración hasta que, "a pesar del dolor", encontró un escape para su alma en la escritura. Se volcó en proyectar en sus textos todo lo que le faltaba en una habitación. Decidió "escribir una novela de libertad, de escuchar al bosque, de sintonizar con la naturaleza y de todo lo que a mí me estaba faltando mientras no podía ni andar". "La escritura me salvó", asegura emocionado el flamante ganador del Premio Internacional de Novela Pérez Galdos, que desde 1957 falla el Cabildo Insular de la isla de Gran Canaria y que tiene entre sus galardonados a Juanjo Armas Marcelo, Luis León Barreto o Fernando G. Delgado.

Su primera novela, La niña y los lobos se ha llevado la dotación de 15.000 euros y, lo que es más importante, será publicada por los promotores del premio, al que han optado 190 obras de autores de catorce países. Cuatro manuscritos precedieron al definitivo tras ser escrutados minuciosamente tanto por el propio Jacobo, como por su mujer Ana, traductora jurada de inglés y francés, y su hija Violeta, estudiante de Idiomas Orientales (chino y japonés) en Salamanca. "Vive, lee, ama" es la frase que aparece en el estado de WhatsApp de este autor novel, madrileño de Chamberí del 66, que aún no se cree lo que le está sucediendo después de haber presentado su novela a varios certámenes esta primavera. Nacida de dos largos años de trabajo e investigación, que incluye el estudio de la botánica, la fauna, las costumbres y etnografía e incluso el particular dialecto pasiego de los montes del Somo, entre Espinosa de los Monteros y los municipios pasiegos de Cantabria, La niña y los lobos cuenta la historia de una pequeña superviviente en la montaña hace dos siglos.

Estos días, De la Herrán sigue enfrascado en la escritura de su segunda novela. Este polifacético autor trabajó en los primeros años de Telecinco, tuvo su productora audiovisual, quiso ser actor e incluso director de cine, pero también pasó ya en la treintena por la Universidad Antonio de Nebrija, donde cursó la carrera de Periodismo y fue profesor. Cuando la docencia parecía su camino, hace dos décadas dio un viraje y dejó la gran ciudad para instalarse primero en Espinosa y después en Quintanilla de Sotoscueva, donde se han criado sus tres hijos. Para entonces ya era un enamorado de Las Merindades, donde frecuentaba sus casas rurales cada vez que podía. "Mis hijos han crecido en un palacio rodeados de naturaleza, animales, todo puro... cada paseo es maravilloso", relata el escritor, quien se siente "un privilegiado con una vida maravillosa".