Vladimir V. Laredo

Petisoperías

Vladimir V. Laredo


A volar, joven

15/02/2023

Puede que alguno se sorprenda cuando sepa que, hasta hace apenas unos días, nunca había puesto un pie en el aeropuerto de Burgos. Puede que alguno incluso se sorprenda cuando se entere de que, sí, en Burgos hay aeropuerto.

Así, en una de mis despistadas caminatas, llegué hasta la 'Terminal 1', y sí, ya sé que no hay más, del Aeropuerto de Burgos. De memoria creo recordar que, en algún momento, no especialmente reciente, hubo vuelos de Burgos a Barcelona. Y no sé si también hubo alguno a Palma de Mallorca, pero no me hagan caso. También sé que hay un señor, que es algo del Ayuntamiento, que lleva meses diciendo que van a traer vuelos de no sé dónde y no sé qué líneas aéreas pero que, por lo que sea, la cosa no fructifica del todo. Con la ilusión que me haría a mí un Burgos-Londres, sin ir más lejos.

El caso es que, pese a esta aparente inoperatividad aeroportuaria burgalesa, me sorprendió la actividad que allí había cuando me asomé a las cristaleras. Y a punto estaba ya de darme la vuelta bajo el luminoso pero helador sol burgalés cuando vi a mucha gente joven y uniformada yendo y viniendo por aquellas dependencias. Porque allí se encuentra ubicada una de las escuelas de pilotos comerciales con más proyección del país, por si ustedes no lo sabían. Jóvenes de múltiples nacionalidades acuden a nuestra ciudad a aprender a volar en un aeropuerto que se usa de manera puntual para vuelos privados y poco más.

Y por suerte para ellos, y para que nuestra ciudad no parezca el fin del mundo, allí hay una cafetería en la que el personal del aeropuerto y los profesores y alumnos de la escuela puedan tomar un café entre clase y clase o dar un bocado entre vuelo y vuelo. Y allí, tras la barra de la cafetería Flyer One está Ana, emprendedora burgalesa que ha sabido ver una oportunidad en un sitio por el que nadie daba un duro, una Torre de Babel junto a una torre de control que hace que Burgos sea pista de despegue de la carrera de muchos futuros pilotos. Así que, ya que estaba allí, me tomé un cafelito, y he puesto el Aeropuerto de Burgos como uno de mis destinos de caminante. Y, quién sabe, quizá algún día consiga al fin tomarme un café justo antes de emprender vuelo. De Burgos al cielo.