Con ellos resurgió Baco

R. PÉREZ BARREDO / Baños de V.
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Gerardo Aceña, el hombre que descubrió los restos romanos de Baños de Valdearados cuando trabajaba con la excavadora, y varios testigos y partícipes del hallazgo, evocan aquellos días de hace 50 años

En primer término, Gerardo Aceña, descubridor de los vestigios, junto a Jeremías Izcara y Carmelo Izcara, que participaron en las excavaciones del yacimiento. - Foto: Patricia

Gerardo Aceña lo recuerda como si fuera ayer: su jefe le había encargado hacer labores con la máquina excavadora en una finca del Victorico, a las afueras de Baños de Valdearados, en el término conocido como Santa Cruz. Y en ello estaba cuando dio con unas piedras que más parecían columnas que rocas incrustadas en la tierra por azar. Vaya si lo eran: se trataba de pilares romanos, nada menos. «El Victorico, que se tenía que ir a Aranda porque trabajaba en la Michelin, me dijo que le quitara las piedras que encontrara y las tirara al arroyo. Y salió lo que salió. Las columnas... y más cosas. A mí me pasó como a Cristóbal Colón, que descubrió América sin saberlo.Yo no supe en un principio que esto sería tan importante», apostilla sonriendo mientras camina por esos terrenos, hoy reconvertidos: en aquella finca hoy, medio siglo después del hallazgo, se alza una construcción que acoge los restos de una villa romana que atesora algunos de los mosaicos romanos más impresionantes de la  Hispania del Bajo Imperio -siglo IV- que existen al norte del río Duero.

Gerardo comentó el asunto con el cura del pueblo, don Joaquín, y al cabo la noticia llegó también a oídos del médico, don Paco, que hacía asimismo las labores de corresponsal de la zona para este periódico. Fue éste quien resolvió dar aviso al arqueólogo José Luis Ulibarri, según el relato de Jeremías Izcara, quien también fue testigo de excepción del descubrimiento.Y parte implicada: él, y varios vecinos del entorno, como Carmelo Izcara, tomaron parte en las tareas de excavación que dirigió el científico en los días y semanas siguientes, toda vez que enseguida se tomó conciencia de la importancia del hallazgo.

No existe unanimidad con respecto la fecha de marras. Algunos apuntan al 6 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción; otros, que fue algún día antes.En cualquier caso, hubo revuelo en Baños. «La gente salía de misa y venía porque había oído que se había encontrado un tesoro romano. Vinieron como en procesión. Cientos de personas se acercaron hasta aquí. Hubo mucha expectación», evocan entre risas. Aunque Lorenzo Izcara, Lolo, andaba por aquel entonces cumpliendo el Servicio Militar, siguió muy de cerca las evoluciones del descubrimiento, que no le extrañó en absoluto porque, asegura, se sabía que por esa zona había discurrido una calzada romana.

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