Mañana empieza la cuenta atrás para el verano. Ya, ya... Digo para el verano de verdad, el que empieza justo cuando arrancan las vacaciones para millones de españoles, ese mítico 1 de agosto. Y estas llegan en una situación harto complicada. Temblando estoy solo de pensar a qué precio estará este año el tinto de verano en el chiringuito, no sea que tenga que racionarlos a días alternos de vermú para no pasarme del presupuesto. ¿Y el espeto de sardinas? Puede que sea un lujo para el domingo. 

Lo cierto es que llegados a estas fechas estamos tan ávidos de descanso y desconexión que parece que todo da igual, así que nada... relájense y disfruten que ya tenemos a serios líderes sindicales trabajando cada día por mejorar nuestra vida.  «¡Vamos a disfrutar del verano porque es nuestro, porque nos lo hemos ganado!», arengó hace un par de semanas el secretario general de UGT, Pepe Álvarez. ¡Toma ya! «¡Que se vayan a hacer puñetas!», espetó acto seguido refiriéndose a los agoreros que «un día sí y otro también» pronostican que estamos metidos hasta el cuello en una crisis y una espiral inflacionista que prevé cerrar este año en el 8,1 por ciento. Que, vamos, no es que esto me lo invente yo por ser ceniza, es que son las últimas previsiones de Bruselas y de la OCDE.

Pero nada, como dice Álvarez, disfruten del verano -olvídense, eso sí, de que él esté negociando su convenio colectivo si es que le tienen caducado- y dejénse llevar por el placer como si en septiembre no nos fueran a esperar a la puerta de casa los mismos problemas que tenemos hoy. A este ritmo, la cuesta de septiembre va a ser peor que la subida al Tourmalet, pero no se agobien, yo les espero con el tinto de verano en el chiringuito y si vienen en domingo ya oleremos las sardinas. Si, además, me prometen seguir comprando el periódico, a la ronda invito yo.