Hay que situarse en el contexto del momento. Era julio de 2008, pese a las primeras señales de advertencia la economía española llevaba mucho tiempo yendo como un tiro y la crisis económica que estaba a la vuelta de la esquina ni se imaginaba. Por eso es lógico que aquella inauguración del día 10 supusiera un motivo de celebración en Burgos.

Llegaba procedente de Palma de Mallorca el primer vuelo de pasajeros al recién ampliado aeropuerto de Villafría. Pista nueva, terminal reluciente y las autoridades locales agasajando incluso con un detallito a quienes bajaban la escalerilla del avión. Se anunciaban conexiones a Barcelona, Baleares y París y se vivía un periodo de bonanza que no iba a durar demasiado.

Catorce años y dos crisis económicas después, el panorama del aeródromo burgalés es bien distinto al que entonces se preveía. La actividad se mantiene gracias a la escuela de pilotos de FlyBy, que aporta un trajín diario con decenas de alumnos y genera multitud de operaciones de aterrizaje y despegue, pero las rutas regulares de pasajeros no han logrado afianzarse y están sufriendo su segundo gran parón.

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)