El arte ucraniano se exilia en el Thyssen

Celia Sierra (EFE)
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La pinacoteca madrileña acoge una muestra sobre la vanguardia del país entre 1900 y 1930 con maestros hasta ahora eclipsados por Rusia

1. ‘Fotógrafo’, de Ivan Padalka . 2. ‘Lechera’, de Mykhallo Bolchuk. 3. Un tiovivo de principios del siglo XX por Davyd Burlluk. 4. ‘Afilando las sierras’, de Oleksandr Bohomazova. 5. Semen Yoffe recrea una escena de tiro protagonizada por mujeres.

Ucrania libra su particular batalla contra Rusia a través del arte en el Museo Thyssen de Madrid. La pinacoteca española presenta una exposición sobre la vanguardia ucraniana entre 1900 y 1930, un movimiento históricamente excluido y considerado ruso que permite al país reivindicar su singularidad artística.

«El genocidio cultural no mata, pero roba la identidad; por eso es importante identificar y reivindicar a los artistas ucranianos», declara Serhii Pohoreltsev, embajador del país en España.

Históricamente, la vanguardia ucraniana ha sido incluida dentro de la rusa, y en muchas ocasiones las figuras más relevantes de la época, como Sonia Delaneuy, Alexandra Ester o David Burliuk, aparecen en los libros de Historia como rusos y no como ucranianos.

La muestra trata de arrojar algo de luz sobre ese período histórico, que además fue uno de los más fructíferos del país, y de paso, poner el foco sobre las raíces históricas de la guerra que hoy ocupa las portadas de todo el mundo.

Las obras que se pueden ver en el museo madrileño fueron realizadas en uno de los momentos más convulsos de la Historia de Europa y de Ucrania, un tiempo que incluye la caída del Imperio Ruso, la I Guerra Mundial, la Guerra de Independencia Ucraniana (1917-1921) y el nacimiento de la URSS (1922), marcada por la represión.

Medio centenar de piezas proceden del Museo Nacional de Arte y el Museo de Teatro, Música y Cine, ambos de Kiev, y dibuja el desarrollo de las principales movimientos de vanguardias europeos en el este del continente.

Cubismo, futurismo, expresionismo y suprematismo se desarrollan en Ucrania con elementos singulares, como se observa en los detalles del folclore nacional que se representan en algunos cuadros o en los característicos colores de esta región.

Pero también hubo movimientos únicos y singulares, defienden los comisarios, como fue el caso de la Kultur Lige, un intento por crear una cultura judía de origen laico, o los boichukistas, un movimiento que combina técnica popular ucraniano con arte bizantino e influencias prerrenacentistas.

«Queremos enseñar al mundo todo lo que tenemos para ofrecer; hay diversidad y riqueza, que el público no solo oiga hablar de Ucrania por la guerra», señala Katia Denysoa, una de las comisarias.

La exposición, que se organiza cronológicamente, incluye la obra de los principales maestros de la vanguardia ucraniana, tales como Oleksandr Bohomazov, Vasyl Yermilov, Viktor Palmov y Anatol Petrytskyi. También se muestra todo el amplio abanico de estilos que van desde las pinturas neobizantinas de los seguidores de Mykhailo Boichuk a las piezas de Kazymyr Malevych y El Lissitzky, artistas internacionales que trabajaron en Ucrania y dejaron una huella significativa en el desarrollo de la escena nacional. 

Un largo camino

Las piezas de En el ojo del Huracán, que es así como se llama la exposición del Thyssen, salieron de Ucrania hace dos semanas en una de las jornadas más devastadoras de la guerra, cuando cayeron sobre el país un centenar de misiles rusos.

Los cuadros viajaron acompañados por un convoy militar y evitaron pasar cerca de infraestructuras clave para huir de los bombardeos. Cuando llegaron a la frontera con Polonia, esta estaba cerrada por la caída de un misil en territorio polaco y solo consiguió pasar tras numerosos esfuerzos diplomáticos, según narra Francesca Thyssen, que participó en su seguimiento. Fue toda una odisea que los óleos salieran del país, pero también que llegaran hasta nuestros días.

Muchos de los pintores expuestos fueron asesinados durante las purgas de Stalin y muchas de sus obras solo pudieron ser salvadas porque se creó un fondo secreto que estuvo escondido durante décadas en el Museo de Arte Nacional.

En él se guardaron todos aquellos autores que el gobierno soviético consideraba «enemigos del pueblo» o arte burgués.

La exposición, que podrá verse hasta abril del próximo año, ha sido financiada por el Museo Thyssen, patrocinadores privados y coleccionistas.