"Esta crisis dejará huella en una generación de niños"

G. ARCE
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ENTREVISTA | Xosé Ramón García Soto, coordinador de Psicología Clínica del HUBU, lleva los últimos meses de la pandemia intentando descifrar este fenómeno extraordinario y sus consecuencias entre los más pequeños

Xosé Ramón García Soto, psicólogo infantil. - Foto: Jesús J. Matí­as

El arranque del curso y la recuperación de la nueva normalidad caracterizada por la prevención sanitaria, las mascarillas, las distancias, el riesgo de contagios y de goteo de aulas clausuradas va a marcar, sin duda, a la actual generación de niños y jóvenes escolares. Ellos, además de sus familias y profesorado, se enfrentan a una situación novedosa y muy cambiante, de la que, hoy por hoy, surgen más interrogantes que certezas entre los facultativos de la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil. El psicólogo infantil Xosé Ramón García Soto, coordinador de Psicología Clínica del HUBU e integrante de este equipo, lleva los últimos meses de pandemia intentando descifrar este fenómeno extraordinario y sus consecuencias entre las personas en proceso de desarrollo y su entorno familiar.

¿Qué reflejo está teniendo la pandemia en su actividad diaria?

Ha transformado totalmente el funcionamiento de la Unidad y nos ha obligado a cambiar el modo de hacer las consultas. Una parte de ellas se hacen telefónicamente y solo aquellos casos que requieren un tratamiento específico son presenciales. La gente ha aceptado las llamadas telefónicas y ha agradecido que nos pusiésemos en contacto con ellos. Hemos manejado la situación mejor de lo que nosotros esperábamos. De hecho, nos ha sorprendido que la mayor parte de las familias ha mejorado su funcionamiento durante el periodo de confinamiento.

¿Ha aumentado el volumen de problemas que atienden?

Las consultas se mantienen en parecidos números que en años anteriores. Hemos realizado un seguimiento a 430 familias durante el confinamiento y globalmente han mejorado, dato que choca con muchas cosas que estamos escuchando. Se confirma que los problemas mentales se parecen mucho a la situación en la que aparecen. Hemos tenido un incremento de problemas de comportamiento alimentario, con chicas que han dejado de comer y de repente han adelgazado. También vemos problemas de nerviosismo muy relacionados con la enfermedad y con el miedo al contagio.

¿El confinamiento familiar ha sido bueno para arropar a los hijos?

La familia es una institución natural que tiene como finalidad el cuidado de los hijos. Está perfectamente preparada para cumplir con sus funciones. Las instituciones que vamos creando culturalmente las vamos perfeccionando, pero no tienen el acabado más perfecto que tiene la familia para cuidar a los niños. Durante el confinamiento, el niño ha dejado de tener obligaciones y horarios y eso, al menos inicialmente, se ha traducido en una relajación para él. Si la situación se prologa implicaría una pérdida de hábitos de trabajo, de relaciones sociales y de aprendizajes para hacerse adulto.

¿Cuáles son los niños más vulnerables ante la alerta sanitaria?

En todas las situaciones, el principal factor de riesgo es la falta de recursos económicos, culturales, sociales, emocionales y personales. La escasez hace vulnerables a las personas.

¿La tensión que se vive en el inicio del curso pasa factura al alumno?

Todos nos vemos sometidos a un problema para el que no tenemos solución sencilla. Hay modos de paliar el problema, pero no tenemos realmente una solución. Esto genera un estado de nerviosismo que se ha apoderado de gran parte de la sociedad. Además hay un problema adicional: no hay manera de planificar a 2 o 3 meses vista porque la incertidumbre es continua. Ante esto lo único que podemos hacer es transformar el miedo en prudencia y la tensión en el aprendizaje de comportamientos apropiados. Mientras no se consiga que la población aumente su sensación de seguridad, que la medicina pueda ofrecer una solución para el coronavirus, la situación de tensión se va a mantener. El miedo es una respuesta natural a otra cosa que también es natural, la enfermedad. No obstante, el ser humano está preparado para luchar contra las dificultades, sobreponerse a ellas y crear una nueva situación.

¿Son correctos los mensajes que se están dando en las escuelas?

No hay solución médica ni tampoco un mensaje claro, más allá del de mantener la distancia social, las medidas higiénicas e ir mejorando nuestra organización para evitar el contagio. La información que tenemos es menos de la que sería deseable. No obstante, estas circunstancias afectan poco a los niños, especialmente a los de corta edad. A ellos sí les afectan en cambio las emociones negativas de los adultos, su nerviosismo.

¿Se están haciendo las cosas bien en la apertura de las escuelas?

El procedimiento de la apertura de las escuelas en España es muy similar al de los países de nuestro entorno. Nuestro modelo se parece al aplicado en Dinamarca, que ha intentado reducir grupos, diferenciar entradas a los centros o separar zonas de juego, entre otras medidas. El arranque del curso en Corea del Sur o en Israel, por ejemplo, ha sido desastroso. Los coreanos tuvieron que aplazar cinco veces la reapertura durante dos meses y según abrieron hubo un incremento de contagios que provocó que cientos de escuelas tuviesen que cerrar nuevamente. En Israel comenzaron con el modelo burbuja y luego lo abandonaron; las escuelas se convirtieron en el segundo lugar de mayor transmisión del virus. El modelo español es similar al que se está aplicando en Europa, aunque con menos medios que otros países. Cuando damos la información tendemos a quedarnos con lo que está pasando en España, sin informarnos de lo que está pasando en otros países. Los fallos no son solo de nuestro país sino de la situación, no estamos preparados para reaccionar ante lo que ocurre.

¿Ve conveniente la presencia de psicólogos en las aulas este curso?

La psicología ya está incorporada a los centros de enseñanza desde hace años a través de la psicopedagogía, de los equipos de orientación y de la coordinación con otros servicios. En estos momentos, tenemos tres niveles de actuación. El general, que plantea ideas sencillas sobre cómo afrontar las dificultades cotidianas. Un segundo nivel que se activa cuando se detectan situaciones de riesgo, cuando un niño no consigue adaptarse al funcionamiento escolar, o no se relaciona adecuadamente con los compañeros y profesores, o no es capaz de seguir el ritmo de las actividades del aula. En estos casos, intervienen los equipos de orientación y se implementan medidas que puedan ayudar al niño a incorporarse al funcionamiento normal del aula. Un tercer nivel se alcanza cuando estas dificultades pueden derivar en situaciones patológicas y ahí es cuando contactan con nosotros.

¿Hay más riesgo de patologías en las circunstancias actuales?

Burgos es una de las primeras provincias en España donde hay un programa estable para coordinar salud mental y educación. Tenemos reuniones periódicas para el intercambio de información, pero creo que es muy pronto para decir si hay novedades vinculadas a la pandemia. Las dificultades que estamos atendiendo son los problemas de relación social, de atención y de comportamiento. Es importante que la ciudadanía sepa que el mecanismo de coordinación existe, de modo que, según se detecten problemas, se dará la mejor respuesta.

¿Puede influir el nerviosismo latente en la escuela en el comportamiento futuro de los alumnos?

La escuela organiza el comportamiento de los niños e, indirectamente, el de los adultos. El sistema escolar regula todo el comportamiento social, lo que prueba lo delicado que es y la trascendencia que tiene. En estos momentos estamos ante una alteración del comportamiento colectivo y necesitamos recuperar el orden, necesitamos que la escuela funcione. Allí se crean crea hábitos de funcionamiento, que son el fundamento del éxito del comportamiento. Todos funcionamos por hábitos, que nos permiten hacer las cosas más rápido, mejor y con menos esfuerzo. La escuela es la gran formadora de hábitos, y los hábitos sanos son el mejor antídoto del nerviosismo.

El móvil y el ordenador, cuyo abuso en los menores ha estudiado usted, son recomendados ahora en las cuarentenas en los hogares.

Las tecnologías tienen una utilidad maravillosa en esta crisis y la han hecho diferente respecto a crisis pasadas. Con el ébola en África o el síndrome agudo respiratorio las familias quedaron totalmente aisladas en sus casas, sin capacidad para relacionarse. Ahora hemos estado en contacto permanente con amigos y familiares y ha sido un apoyo maravilloso. No se puede decir que no a las nuevas tecnologías, pero es fundamental saber utilizarlas porque los peligros están ahí. Nos hemos encontrado con casos de chicos que han desarrollado redes de juego a través de internet y que ahora prefieren quedarse en casa jugando con los amigos que coincidir con ellos en la calle. Es una situación ambigua porque hay muchos padres que favorecen que sus hijos se queden en casa como un modo de evitar el contagio. Mientras no consigamos normalizar la situación de la calle, me temo que esto ha venido para quedarse.

¿Habrá una generación marcada por el covid?

Cada generación tiene que lidiar con el mundo que le toca. Lo más sorprendente del ser humano es su capacidad de cambiar a medida que cambian las circunstancias, su capacidad de adaptación para mejorar. Occidente llevaba varias décadas de mundo feliz pero el resto del mundo no y ha sufrido catástrofes de todo tipo. Sufrir no es estar enfermo, no es perder la capacidad para luchar y adaptarse. Tenemos que aprender a vivir con salud. Esta crisis nos dejará huella pero nuestra vida está hecha de las huellas del pasado. A esta generación de niños les toca esto y conseguirá sobreponerse y desarrollar su propio estilo de vida.

¿Cómo ve la sociedad del futuro?

No hay modo de saber lo que va a pasar dentro de tres meses y hacer futuro a más largo plazo es muy difícil. El mensaje principal es que el ser humano consigue adaptarse a las situaciones, pero para eso necesita principios morales, actuaciones correctas en la búsqueda del bien y el entendimiento entre las personas. Cuando estos principios morales guían cualquier tipo de funcionamiento se obtiene la mejor respuesta posible. Ese es el camino a seguir.