Anidar en San Juan para volar al Castillo

I.L.H.
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Román Muñoz y Rubén Arrabal diseñan el decorado del Salón, abierto hasta el 26 de enero. Los ecosistemas y pájaros servirán al concluir para ilustrar el centro de aves del cerro de San Miguel

Román Muñoz, Rubén Arrabal (c) y Ana Isabel González Piriz, que ha creado buena parte de los textos. - Foto: Jesús J. Matías

Buitres, garzas, alondras, alimoches, tucanes, patos, petirrojos, gallinas... En el monasterio de San Juan han anidado decenas de aves que viven culturizándose entre libros. Pájaros de todos los colores y tamaños conviven en su ecosistema con libretas de campo, cuentos o enciclopedias que hablan sobre ellos, la naturaleza que les hace felices y los hábitats protegidos. La pequeña Paloma, una niña a la que le gustaría compartir su vuelo, es la única que duerme con ellos y quien por las noches les lee esas letras creadas por los humanos que cuentan entretenidas historias. 

Ese mundo de aves y ecosistemas, de amigos de Félix Rodríguez de la Fuente al que también retratan, ha sido creado por los burgaleses Román Muñoz (Taller Guirigay) y Rubén Arrabal (Rubén Artes Plásticas y Agilorio) para decorar el Salón del Libro Infantil y Juvenil que se inauguró en diciembre en el monasterio de San Juan y continúa abierto hasta el 26 de enero. Ambos artesanos han unido su creatividad para combinar fantasía e información en la cita con los escolares. Y para elaborar un diseño que  sirva después para el centro de divulgación de aves del Castillo, como exigía el pliego del Instituto Municipal de Cultura.

Pero antes de que las aves alcen el vuelo para emigrar al cerro de San Miguel hay tiempo hacer una salida al campo y escuchar el sonido del bosque dentro de los muros de piedra del cenobio. Siguiendo las huellas que deja Paloma en forma de pajaritas de papel se pueden recorrer una granja, la selva, los roqueros de las rapaces, el humedal y el universo del creador de El hombre y la tierra.

En cada ecosistema hay un libro con un formato distinto: una libreta de notas, un libro desplegable (troquelado o pop-up), otro plisado que ofrece una lectura distinta dependiendo del punto de visión, una enciclopedia, lecturas con pictogramas, un cuento... De estos diseños se ha encargado Arrabal, mientras que el tema escultórico y las siluetas son obra de Muñoz, aunque uno y otro se han intercambiado a veces los papeles: Arrabal ha creado el roquero desde el que vuelan águilas y buitres y Muñoz ha intervenido en algunos de los libros. «Buscábamos que hubiese elementos distintos y también que fuese divertido, sacar la selva fuera del libro o esconder algún pájaro», subraya Román Muñoz mientras descubrimos un petirrojo en un tronco, paneles de juegos y pasatiempos, una ilustración de un alondra ricotí en peligro de extinción o un recorrido por las huellas de diferentes pájaros.

Todo ese material, incluyendo el gran retrato de Félix Rodríguez de la Fuente, deberá adaptarse al centro de divulgación en los próximos meses, cuando llegue la época en la que regresan las golondrinas: «Me alegro de que cuenten con la gente de la zona. Estamos cansados de ver proyectos elaborados por gente de fuera cuando en la provincia hay el mismo nivel... aunque a veces parece que no valemos lo mismo, señala Arrabal, que tiene su estudio en Tubilla del Lago.