Para los militares del Escuadrón de Vigilancia Aérea 12 de Espinosa de los Monteros, Filomena no ha sido la primera ni tampoco será la última borrasca que van a soportar. Acostumbrados están a convivir con temperaturas extremadamente bajas, vientos huracanados y capas de nieve de unos cuantos metros y no les ha pillado de sorpresa que el paso del último temporal que ha golpeado con fuerza a la península haya aislado el acuartelamiento que el Ejército del Aire tiene en el Picón del Fraile, en la divisoria de las provincias de Burgos y Cantabria, a 1.700 metros sobre el nivel del mar.
Durante los periodos de aislamiento que ya han comenzado -hay años que han estado incomunicados más de cien días-, los militares deben caminar unos cuantos kilómetros con raquetas sobre la nieve para recorrer la distancia entre la base y la carretera general. Los relevos actualmente, explican fuentes de Defensa, se están haciendo "mediante desplazamientos a pie" y "cada cuatro o cinco días, en función de las condiciones meteorológicas y de visibilidad".
Sin ir más lejos, los integrantes de la unidad pudieron ser relevados en Nochevieja tras permanecer desde el 27 de diciembre aislados en la base.
Con una quitanieves despejaron el vial de acceso hasta unos 6,5 kilómetros del EVA 12, donde se toparon con hasta cinco metros de nieve. De ahí avanzaron otros 2,3 kilómetros con un vehículo ARGO, dotado de tracción 8x8 de ruedas sobre cadenas. Y el resto lo completaron a pie.
El Ministerio de Defensa ha mostrado este miércoles unas espectaculares imágenes del EVA 12 de Espinosa de los Monteros que reflejan las duras condiciones en las que los militares tienen que desempeñar su trabajo diario en el lugar habitado más alto de la provincia de Burgos.
Cabe recordar que la principal función del EVA 12 es la vigilancia de los cielos de la mitad norte de España a 500 kilómetros a la redonda y lo hacen desde un edificio bunkerizado a 1.700 metros de altitud.