Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


El Mundial de Fútbol

28/11/2022

Cada Mundial de Fútbol ha tenido a lo largo de la historia alguna característica señalada, que lo identificó y lo distinguió de los demás. Unas veces fue el lugar, otras el momento, otras las circunstancias. Esas características podían ser estrictamente deportivas, relacionadas con los equipos y jugadores que participaron y destacaron, con el país que ganó el campeonato y la forma en que lo hizo, con jugadas famosas que quedaron para la historia; pero también podían ser extradeportivas, sociales, políticas, culturales o económicas, como bien se recordará en algunos casos. Sin ir más lejos, aquel Mundial de España-82, celebrado en una época bien singular de nuestra reciente trayectoria democrática.

Si es cierto lo que digo, más cierto aún es que este Mundial-2022 que se está celebrando en Qatar reúne todas las señas de identidad que lo identificarán como un acontecimiento más polémico que los anteriores. Lo empezó siendo la forma en que se adjudicó la celebración a la candidatura de ese país, llena de indicios y de dudas sobre su limpieza; lo ha sido el proceso de preparación de las instalaciones, lleno también de abusos y desgracias para quienes trabajaron en ellas. Lo es, sin duda, la propia situación del país donde se está celebrando, exponente obvio de falta de libertad y de igualdad; un país lleno de dinero y vacío de lo demás.

Cabe, sin duda, preguntarse si fue razonable la elección, o si, una vez hecha, debió realizarse algún gesto colectivo que pusiera de manifiesto la repulsa por las circunstancias del entorno socio-político y humano en que se están disputando los partidos de fútbol. Algún gesto individual ha habido, más en el entramado musical y festivo con el que se pretendió acompañar la competición, que en los equipos participantes. Pero muy insuficiente. Porque, al final, los goles, los penaltis, los árbitros, los jugadores y todo el escenario que se despliega en cada partido, lo tapa y lo tapará todo. Se destacará poco que fuera de los estadios construidos para la ocasión, con sangre, sudor y lágrimas, hay una situación verdaderamente denigrante.

Sería de desear que los equipos allí desplazados, el aparato técnico y mediático que les rodea, los propios medios de comunicación que hacen el seguimiento puntual del campeonato, hicieran alguna tarea de divulgación de lo que están viendo, e incluso de denuncia. Además del efecto que pudiera tener allí, al menos serviría también para dignificar el fútbol y todo el espectáculo que forma parte inseparable de él.