Don erre que erre de la cruz roja

I.M.L.
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José Antonio Madrigal suma 49 años como voluntario y mucha experiencia que compartir

Con esta medalla, Cruz Roja reconoce la constancia de este voluntario. - Foto: I.M.L.

La Cruz Roja en Aranda de Duero puede presumir de tener unos voluntarios muy perseverantes. Juan Carlos Miguel lleva 39 años colaborando con la entidad, Félix Cuevas acumula 47 primaveras participando en las más diversas acciones, pero el que se lleva la palma es José Antonio Madrigal, el voluntario más veterano, que lleva ya 49 años. Casi medio siglo de compromiso con esta entidad que, teniendo en cuenta que Madrigal tiene 61 años, es toda una vida.

«Cruz Roja engancha», confiesa José Antonio con gran sinceridad, a mitad de camino entre el orgullo de recibir el reconocimiento por tantos años portando el símbolo de Cruz Roja y la modestia de saberse uno más en una gran organización. Cuando echa la vista atrás para recordar el momento en el que se subió a este carro del voluntariado, la imagen que le devuelve la memoria se tiñe de un tono sepia. «Antes, en Aranda no había nada para la juventud, y muchos estábamos en la OJE, para hacer algo. Entonces, un día vinieron a buscar gente para la banda de Cruz Roja y ahí me inscribí», hace memoria. Con él se fueron unos cuantos, «de los que estábamos más dispuestos o lanzados», formando el germen de una banda que hoy en día demuestra su solera y su buen hacer allá donde van. Madrigal todavía es uno de esos músicos.

Pero no todo era tocar y desfilar, en aquellos años los voluntarios eran casi chicos para todo. «Nada más empezar, todo seguido: nos formamos en el curso de socorrista, salíamos a hacer servicios,... Teníamos una base en el hospital y otro puesto a la salida de Aranda, en dirección Fuentespina», recuerda Madrigal. Entonces era la Cruz Roja la que atendía los accidentes en carretera. «Yo entré con 14 años pero tardé unos años en acudir a los siniestros, pero en cuanto nos formaron ya hacíamos los turnos de guardia y salíamos a los avisos de carretera con la ambulancia», explica cómo era su labor de voluntario entonces. 

Ahora, con la experiencia y la profesionalización de las emergencias, José Antonio Madrigal está asignado a la sección de logística de la agrupación local de Cruz Roja, que es como decir que ayuda en todo lo que puede. «Ahora mismo estamos con la preparación del dispositivo para Sonorama», pone como ejemplo del continuo trabajo que tienen. Porque, reconoce, «antes no dejábamos de hacer cosas pero ahora es un no parar». 

Lo sabe porque su dedicación a la Cruz Roja se la ha inculcado a su hija Paula, que ahora sigue sus pasos en esta agrupación. «Ahora están más formados y la organización es mayor, nosotros íbamos a todo lo que podíamos, pero muchas veces un poco como pollo sin cabeza», confiesa.

Ahora que ha recibido la medalla a la constancia recuerda a tantos veteranos con los que compartió aquellas primeras experiencias. «No me olvidaré nunca del amigo Collantes y del amigo Carretero que me apoyaron mucho cuando entré», nombra como ejemplo de aquellos que le inculcaron el voluntariado en Cruz Roja.