Los instantes decisivos de Luis Mena

I.L.H.
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El fotógrafo publica 'Aquí', un libro con 140 imágenes captadas en las calles de Burgos por su belleza, ironía, discurso, humanidad o contraste

Para la portada Luis Mena ha elegido su mítica foto de los punkys de finales de los años 80. - Foto: Luis López Araico

La ya mítica foto de dos punkys atusándose la crespa en la fuente de la plaza Santa María es la portada del libro Aquí, en el que Luis Mena toma el pulso a la vida burgalesa a lo largo de 140 imágenes tomadas desde los años 90. El fotógrafo cuya trayectoria incluye de retratos a imágenes de prensa, pasando por la publicidad y la fotografía creativa, se centra en este caso en la imagen captada en la calle, a base de patear, observar y encuadrar esa escena interesante a la vista solo de los que se atreven a mirar un poco más allá. Y Luis Mena lo hace con extraordinaria curiosidad, sentido del humor, paciencia (a veces hay que esperar para que aparezca lo que se busca), sentido estético y apego por su ciudad.

Como apunta el escritor Javier Pastor en el prólogo, las imágenes de Mena requieren de la anticipación, «de leer el entorno y prever lo inmediato» para captar el «instante decisivo» que definió Cartier-Bresson. «Si lo buscas, a veces sale», afirma refiriéndose a fotografías como en la que un niño parece escapar despavorido de la espada de una figura cidiana y otro cruza corriendo solitario el Espolón de las baldosas que antes tenían dos colores. Ahí (o Aquí) está la capacidad del fotógrafo para esperar que algo suceda, hallar la belleza en lo cotidiano, obtener la instantánea que nos haga sonreír, mirar  la vida con curiosidad o señalar los contrastes de una ciudad de provincia. 

Sin un criterio cronológico ni temático y fijándose tan solo en la concordancia o los paralelismos de las dobles páginas, el libro publicado por la editorial Atticus es un repaso al latido de la ciudad desde los espacios abiertos. Grandes fotografías que no solo captan una perspectiva inusual de sus calles, sino que lo hace hallando la belleza, por ejemplo, en unas grúas que fueron símbolo de una época.

Está el Burgos de ayer, o de hace un rato, con las señoras que pasean por el Espolón con sus abrigos de visón (una de las fijaciones reconocidas por Mena) o los hombres con sombrero de una ciudad gris a punto de despertar. «Es un Burgos que ha desaparecido, pero no hace tanto», apunta mientras también admite que muchos de los retratados salen de espalda «porque es una manera de mantener la intimidad y recoger todo lo demás».

Vecino del centro gran parte de su vida, su objetivo se conoce hasta las baldosas, a las que también hace protagonistas. Está la Catedral, pero casi nunca una portada; los escaparates con mensajes que lo dicen todo, los parecidos razonables o el teatro de calle desde las reacciones de la gente. «La primera época de ese teatro fue espectacular. Primero encontrabas caras y miradas de sorpresa, pero enseguida llegó el buen rollo y la participación. A mí me encantó la transformación del espacio urbano», repasa. 

Se fija también en las fiestas populares y las celebraciones deportivas, la inmigración y la transformación de la ciudad, en los árboles y paseos que le apasionan o en el frío de Burgos. Y aunque sus fotos pueden ser crudas, casi siempre seducen e imploran como mínimo una reflexión ya sea cariñosa o de indignación. Aquí se presenta este jueves en la sala Polisón (19 horas).