Entre los vecinos y curiosos que observaban a primera hora de la mañana de ayer cómo la Policía Científica recogía pruebas de los restos que aún quedaban entre las cenizas de cuatro coches que instantes antes habían ardido a los pies del Castillo, destacaba la presencia de un hombre visiblemente alterado. Era el propietario del Seat Ibiza donde se originó el incendio. Creía saber, de hecho, el por qué del extraño suceso. La noche anterior mantuvo una discusión con un individuo antes de dejar allí su vehículo. La pelea terminó con una denuncia y él sospechaba que también con el fuego. Las primeras pesquisas confirmaron que el siniestro pudo ser intencionado y una de las líneas de investigación se centra en esa disputa. 

El suceso se produjo pasadas las cuatro de la madrugada. Una llamada alertó a los Bomberos de que varios vehículos estaban ardiendo en la subida al Castillo, justo detrás del Hotel Abba. A su llegada, el incendio estaba muy avanzado y había cierto peligro de que se extendiese por la vegetación de las laderas. De hecho, las llamas y el humo alcanzaron parte de los troncos y ramas de los árboles más cercanos, aunque por suerte la humedad de estos días pasados ayudó a los técnicos de extinción a controlarlo. Los trabajos del equipo del parque municipal se alargaron durante una hora. 

La Policía Nacional acudió al lugar para recabar pruebas de lo ocurrido. Según pudieron determinar tanto desde la unidad de la científica como desde Bomberos, el origen estaba en un Seat Ibiza que estaba aparcado en la parte más inclinada de la cuesta. Había indicios de que fue intencionado, aunque tampoco se descartan otras hipótesis (...).

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