Fernando González Urbaneja

Cartas desde 44 leguas

Fernando González Urbaneja


Los factores de producción

31/01/2023

Las primeras lecciones de economía que se enseñan antes de la Universidad explican que los factores de producción son el punto de partida para crear y ofrecer bienes que satisfacen necesidades. Para la economía clásica eran tres factores: tierra, capital y trabajo y ya en el siglo XX se añadió la tecnología/productividad como cuarto factor, y a estas alturas del siglo XXI podríamos añadir la creatividad, que es un intangible más complicado de concretar. 

Viene a cuento este recordatorio elemental de la reciente polémica entre políticos bocachanclas sobre el empresario despiadado y codicioso; sin perder de vista la otra bravuconada reciente de Pedro Sánchez de que «si algunos empresarios importantes se oponen es que lo hacemos bien». Es obvio que estos políticos no pasaron por esa lección de los factores de producción o la han olvidado. Mal asunto. 

Algunos malos lectores de Carlos Marx, siempre más sofisticado que algunos marxistas entusiastas, sostienen que el valor añadido solo viene del trabajo, es decir que no va al salario es plusvalía despiadada. No hace falta mucho cacumen para entender que todos los factores merecen retribución proporcionada, más aún, sin esa proporción el proceso no funciona y no aparecen los bienes que satisfacen necesidades.

Lecturas simples del proceso productivo sostienen que la obtención de beneficios, su maximización a cualquier precio, es el objetivo del empresario; algunos economistas ilustres han defendido que ese debe ser el propósito del empresario, del factor capital. Hoy eso ya no se lleva, el beneficio, más que un objetivo, es una necesidad. Sin beneficios que compensen el trabajo y la tecnología y la creatividad no habrá nada de nada, solo retroceso y miseria. El propósito del empresario, además de ganarse la vida, suele ser el crecimiento, llegar más lejos, abrir más tiendas o plantas. Ofrecer más productos mejores y más baratos. 

No tener esa idea en la cabeza, ignorar ese principio, descalifica a las personas que quieren gestionar y defender el interés público, los intereses generales. Por eso nos pasa lo que nos pasa. Todo se explica si atendemos a las ideas que anidan en algunos dirigentes.