El fuego copa las salidas de los bomberos de Briviesca y Oña

S.F.L.
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La falta de mantenimiento del monte provoca que los profesionales de Briviesca y Oña se topen con dificultades cuando acuden a extinguir las llamas producidas en rastrojos o fincas

Los 14 bomberos que conforman el Parque de Briviesca realizan prácticas mensuales para familiarizarse con las herramientas de trabajo.

Los incendios de monte bajo - zona en la que predomina una vegetación de arbustos y pequeños árboles que no superan los 6 metros de altura- han desbancado a los accidentes de tráfico en el ranking de los servicios realizados por los bomberos de Briviesca y Oña durante 2019. Desde que se liberalizó la AP-1, hace ya más de un año, las salidas de los bomberos briviescanos se han visto reducidas a más de la mitad. Pese a que siguen produciéndose percances, tanto en la autopista como en la Nacional I, han comprobado que revisten menor gravedad. Tan solo se ha registrado un fallecido desde el 1 de diciembre de 2018 y su muerte nada tuvo que ver con la conducción, sino con un paro cardiaco.

El responsable del parque de la capital burebana, Jesús Losúa, considera «fundamental la construcción de algún cambio de sentido en la AP-1», porque actualmente pierden mucho tiempo en la maniobra de dar la vuelta en caso de urgencia, ya que las salidas de la vía más próximas a Briviesca se encuentran en Burgos y en Pancorbo.

A lo largo de los doce últimos meses, los profesionales del parque de la capital burebana, formado por 14 cooperantes (12 de ellos voluntarios), han extinguido las llamas en fincas, rastrojos y monte en 54 ocasiones, mientras que los de Oña, que forman un equipo de 11 voluntarios, han sofocado 18. Si se incluye el total de intervenciones anuales dentro de este servicio, la ciudad ha participado 79 veces y la villa condal 22.

En ocasiones, los bomberos se encuentran con dificultades cuando se disponen a acceder a una zona en llamas. La falta de mantenimiento en los montes complica la labor de extinción, y en varias ocasiones, siempre y cuando no sea un siniestro grave, «se ven obligados» a dejar que el fuego devore algo de vegetación para poder alcanzar la franja afectada y apagar las llamas.

Lo que queda claro es que, por poco fuego que se produzca, acaba por expandirse y hacerse grande. «No tenemos suficientes accesos porque hay demasiada espesura en el bosque y los caminos se encuentran tapados por maleza y zarzas. Parece una selva», Losúa, que añade que «la limpieza del monte debe de hacerse en invierno» y no en verano. Igualmente, hay «carencia» de cortafuegos.

Otra de las salidas más comunes en ambos parques se debe a la retirada de enjambres, tanto de abeja, como de avispa común y asiática. A pesar de que el número ha descendido con respecto a 2018, continúan recibiendo alertas sobre la expansión de esta especie invasora. Los voluntarios de Oña han retirado 26 avisperos, 14 de ellos de asiática, frente a los 59 del año pasado. Sin embargo, suelen actuar en pueblos o ciudades pequeñas pero los enjambres se localizan también en el monte.

Cuando se producen incidentes ocasionados por fenómenos meteorológicos adversos, como la caída de ramas o tejas cuando hay mucho viento o cuando nieva, el cuerpo también colabora en su retirada. Losúa reitera que para este tipo de actuaciones y para desempeñar trabajos en altura sin correr riesgo, «el parque necesita una autoescala. Llevo más de 8 años pidiéndola pero, de momento, seguimos sin ella».

La formación continua integra la rutina diaria de estos trabajadores. Todas las semanas, los voluntarios briviescanos acuden a las instalaciones para adquirir conocimientos de los dos trabajadores municipales del parque. Asimismo, mensualmente realizan prácticas. «Damos mucha importancia a aprender día a día y a que todos tengan unos conceptos claros a la hora de actuar en una emergencia», sentencia Losúa.