Juventud y tradición se unen

S.F.L.
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Centenares de vecinos y curiosos se reunieron ayer en la Plaza Nueva de Poza de la Sal para disfrutar de la Danza Del Escarrete

Una vez que las cinco parejas bailaron individualmente y luego en grupo, los miembros de la Cofradía de San Blas y varios vecinos también se animaron. - Foto: S.F.L.

La sombra de la pandemia permanece sigilosa hasta en los rincones más alejados de las grandes ciudades, aunque cada día se ve más de cerca el final de una pesadilla que trastocó al mundo entero hace ya dos años. La incertidumbre de qué o no hacer también la vivieron los miembros de la Cofradía de San Blas de Poza de la Sal, que finalmente apostaron por retomar las tradiciones sin dejar de lado la seguridad que la situación actual requiere.

Las primeras horas de la mañana de ayer amenazaban lluvia pero finalmente el sol consiguió atravesar las nubes que cubrían la estampa burebana y dejar un día de lo más agradable. Esto provocó que la Plaza Nueva de la villa aglutinara a varios centenares de personas para disfrutar, una vez más, de la Danza del Escarrete. Por la Oficina de Turismo municipal se dejaron pasar decenas de visitantes, «todos ellos de Burgos» atraídos por el festejo centenario. El técnico que atendió durante este fin de semana el servicio «esperaba más gente el sábado pero la previsión meteorológica no nos acompañaba. No obstante, la mayoría de las personas que guardan una relación con el municipio han estado», asegura.

Con emoción por partida doble, ya que representaba el papel de Mayordomo y sus dos hijas y sobrinos bailaron al son de las Banda Municipal de Música, Purificación Quintanilla asegura que «no ha podido salir todo mejor, a pesar de que teníamos un poco de miedo por el virus y por toda la polémica que rodea a la fiesta por utilizar animales vivos. La Plaza ha estado muy animada y después de los nervios puedo decir que estoy muy contenta. ¡A por muchos años más, y con conejos y gallos vivos!», expresa la pozana.

Como manda la tradición, la fiesta comenzó con el canto de la Salve en la iglesia de San Cosme y San Damián, en la que se adoró a la reliquia antes de acudir en comitiva hasta la plaza. Los animales de corral fueron transportados en jaulas con andas por los miembros de la Cofradía y allí, la Banda tocó las piezas. Primero tocó bailar alrededor de los gallos y conejos empuñando una espada a los hombres, y a continuación, llegó el turno de las mujeres. Finalmente, las cinco parejas danzaron juntos la jota pozana. Los vecinos de la localidad, entusiasmados al ver como sus hijos, sobrinos, nietos o primos desprendían tanto 'desparpajo' mientras bailaban, aplaudieron y vitorearon sus nombres con gran energía. Incluso parte del público se animó a buscar pareja y bailar los pasodobles que sonaban.

Atrás quedaron los nervios y los momentos de angustia para los jóvenes que participaron en el acto, con edades inferiores a los mozos de antaño. Maitane Arana, Aitor Martínez, Nahiara Arana, Mikel Martínez, Paula Carballo, Iván Movilla, Haizea García, Gorka Ruiz, Laura Esteban, Jon Gutiérrez y Rodrigo Serna jamás olvidarán el sentimiento «aún más profundo de orgullo» que sintieron por su villa. «La experiencia ha sido muy bonita. Nos sabíamos los pasos del baile porque lo hemos visto varias veces y nos ha resultado sencillo de aprender. El fin de semana nos hemos reunidos todos los amigos y hemos ensayado juntos», declaran Nahiara y Haizea.

José Tomás, con las sensaciones un tanto divididas, manifiesta «estar satisfecho porque todo ha surgido sin problema» pero afirma que ha notado un «poco inquieto a los cofrades por el machaque de los animalistas. Esto está produciendo que la gente se desanime», añade.