Javier Redondo llevaba nueve días en la UCI del HUBUcuando Jesús Sancho ingresó en la URPA, también crítico. Los dos recuerdan haber entrado caminando un día de marzo en Urgencias y despertarse pasado un mes, intubados, con vías y sondas por todo el cuerpo, sin poder hablar y sin ser capaces de distinguir si esas personas ataviadas cual astronautas que se les acercaban eran delirio o realidad. «Es terrorífico», coinciden.
Los protagonistas de este reportaje son dos de los pacientes de larga estancia de Burgos a causa de la infección por el SARS-CoV-2; no saben dónde se contagiaron, pero acaban de recibir el alta tras 108 y 98 días de ingreso, más de la mitad de los cuales en la UCI. Los dos saben que han estado a punto de no poder contarlo y si relatan su vivencia en este texto es por agradecimiento al personal del HUBU y por responsabilidad social: «Esto no es una broma; hay que hacer caso de las recomendaciones».
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