Carla Martín

Plaza Mayor

Carla Martín


Falsos rockeros

02/02/2022

Nunca he entendido demasiado el fanatismo extremo. Todos (o casi todos) hemos coreado, alguna vez, a nuestro cantante favorito o nos ha llenado de ilusión cruzarnos por la calle con nuestro actor preferido. Ver un programa de televisión en directo o disfrutar de Antonio López en plena Puerta del Sol dista mucho, sin embargo, del casi oficio de idolatrar a alguien, piropearle y gritarle incansablemente «¡guapo, guapo y guapo!». El peligro de esto último es que hay quien se lo termina creyendo, convirtiéndose, sin necesidad, en una creída estrella musical.

En lo que llevamos de campaña he visto a varios aspirantes a actores e indies emergentes (sin afán de ofender) llegar triunfantes a mítines y encuentros, rodeados de machacas o falderos con la cabeza bien alta y el puño tieso. Y no me extraña porque quienes les acompañan corean su nombre como si de una auténtica estrella del rock se tratara.

Ver a un presidente o a un ministro a unos metros puede despertar, sin duda, cierta curiosidad, no seré yo quien lo contrarie. Verle más guapo, más feo, más alto o más bajo de cómo le imaginábamos puede ser divertido o, permítanme que les diga, si lo miramos con exceso, quizás también cansino.

Nunca he entendido demasiado qué hacemos periodistas y gráficos siguiendo los pasos, literalmente, de ciertos rockeros. Imagínense qué estampa una decena de cámaras y fotógrafos 'peleándose' entre el público por una rancia imagen de un político paseando por cualquier sitio, siguiéndole en su camino como otras tantas personas, en ocasiones, con banderas, ilusionadas por ver de cerca a su artista favorito, alimentando su ego de falso rockero antes incluso de haber publicado su primer sencillo. Nunca lo he entendido.