Cuenta con más de 55.000 seguidores entre las redes sociales de Instragram, Twitter y Facebook, y ha sido uno de los protagonistas de Fitur. Se ha convertido en un auténtico influencer, pero su fin no pasa por ser un soporte publicitario sino por cambiar las cosas y promocionar el turismo con mascota. «Es una forma de sensibilizar a la sociedad y de que España siga el ejemplo de países como Italia oFrancia, donde lo normal, que no excepcional, es ir a comer a un restaurante con tu perro», explica Pablo Muñoz, dueño de Pipper, que ha recorrido durante una semana Burgos para conocer in situ si es un destino adecuado para estos viajes.

La primera valoración ha sido positiva. Puede decirse que «está en la media española en integración de los animales en el día a día y por encima del resto de provincias de Castilla y León». Sin embargo, Muñoz aprecia diferencias entre la capital y la provincia, asegurando que en esta última son más «amigos de las mascotas» que en la primera. Ha recorrido sin problemas los yacimientos de Clunia; se ha subido al barco del Canal de Castilla; visitado el Castillo de Poza e, incluso, podría haber entrado en las minas de Puras de Villafranca.

Ya en la ciudad, no le permitieron el acceso en las iglesias de San Nicolás y San Esteban, ni tampoco en el MEH. Solo pudo conocer con Pipper el Museo del Libro. No obstante, se mostró gratamente sorprendido de la respuesta de la hostelería, donde ha tenido la posibilidad de elegir entre muchas opciones, al igual que la del comercio.

Llegó el jueves pasado y ayer fue su último día. Ha ido colgando el recorrido en las redes sociales, además de grabar un vídeo que emitirá el programa de TVE Aquí la Tierra dentro de 15 días. Su paso por Burgos es fruto de la vuelta a España que está realizando, que comenzó en mayo de 2018 en Salamanca y acabará en junio con Andalucía y Extremadura como etapas finales.

Muñoz avanza que habrá una segunda, después de haber logrado para la actual patrocinios de empresas, la Junta y Bankia. Este periodista de San Sebastián reconoce que nunca hubiera imaginado esta aventura. La culpa la tiene su terrier, ese que llegó a su vida hace tres años y que ha conseguido cambiársela por completo.