"La música tradicional es memoria"

R. PÉREZ BARREDO
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ENTREVISTA | Los músicos Diego Galaz y Jorge Arribas forman Fetén Fetén

Jorge, con su acordeón; Diego, con su violín trompeta. - Foto: Alberto Rodrigo

Resulta deslumbrante escuchar su música: hay una suerte de hechizo telúrico que te transporta lejos, hacia dentro de la memoria del corazón, que bombea la sangre de siglos con la cadencia del tiempo que transcurre lento, como los veranos de la infancia. De la jota que cantaba la abuela al pasodoble que, galán, tanto gustaba bailar al abuelo, está el bolero de mamá, el vals de la siempre elegante Amelia, el chotis, el fox-trot, las habaneras... Está la raíz de lo que somos, lo que nos trajo hasta aquí: es la música del pueblo, la que jamás pasará de moda porque todo lo luminoso y verdadero no tiene fecha de caducidad.

Diego Galaz y Jorge ArribasFetén Fetén, son alquimistas del siglo XXI: su talento es pura destilación, magia cuando hacen sonar su violín, su acordeón, su mandolina, sus castañuelas, su serrucho, su flauta silla de camping, su violín trompeta, su gaita box de vino... Y así hasta que se hace la luz y al corazón le salen chiribitas de alegría. Hace unas semanas presentaron en Madrid, en directo y acompañados por algunos de los grandes artistas que ha colaborado en él, su cuarto disco, 'Cantables II', una gozada para los sentidos. Fue un exitazo. Como todo lo que hacen. Como lo que son.

El dúo celebra este año su primera década sobre los escenarios (¡ay!, la malhadada pandemia les ha hurtado hacerse más mayores). Y nos adelantan la fecha del festejo en Burgos: será el 4 de junio. Mientras tanto, pasen y lean. De fondo sueña un violín y un acordeón desnuda su melancolía.

'Cantables II' se editó el año pasado, pero no pudo presentarse en directo hasta hace unas semanas. ¿Qué sentisteis al subiros al escenario con esa gran representación de la colección de artistazos que colaboran en el disco (actuaron con ellos en directo, nada menos que Rozalén, Fito, Coque Malla, Pasión Vega, David Ruiz, Depedro, Rita Payés, Guada Álvarez, Isaac y Nora)?

-Jorge Arribas: Fue como cerrar la culminación de un proceso que ha durado casi dos años y medio, grabando con el confinamiento de por medio, con problemas para poder juntarnos con alguno de ellos. Fue poner la guinda a todo ese trabajo. Y fue un sueño, porque pudieron estar gran parte de los artistas.

-Diego Galaz: Fue algo único, que sólo va a suceder una vez. Eso tiene un valor añadido, porque todos vivimos un momento que va a ser irrepetible. Y lo celebramos.

Durante los momentos más duros de la pandemia (confinamiento, media vida cerrada a cal y canto) volvió a ponerse de manifiesto cómo la música ha ejercido de bálsamo, de consuelo, de huida, de esperanza, de aliento y hasta de bandera... La música mucho más que otras disciplinas del arte.

-D.G.: Es que la música no es entretenimiento. Hay películas, series, que son arte también, sí. Pero la gente no ha llenado ese tiempo con música. Es que les ha llenado el corazón y el alma. Y esto no es poesía: está estudiado por la ciencia. La música te hace ser más feliz. Eso es lo que ha sucedido. Por desgracia, a nivel laboral, práctico, nuestro sector, el sector de la cultura, está muy mal. No se ha recuperado. Nosotros hemos tenido la suerte de trabajar y parece que este año lo vamos a poder seguir haciendo, pero no con alegría, sino con agradecimiento. Tenemos compañeros que no llegan a fin de mes. Que nadie olvide todo lo que ha dado la cultura. Creo que ahora merece ser tratada de otra manera.

-J.A.: Nos sentimos afortunados por haber estado trabajando, pero el sector está muy tocado. Y aunque hemos tenido más tiempo para poder seguir creando, no se fluye de la misma manera ante tanta incertidumbre, con esa situación sanitaria y social. Tenemos esperanza, pero ha sido y está siendo duro, la verdad.

Y para un dúo tan viajero, de los que no entienden de fronteras, más...

-D.G.: Se obró el milagro y el año pasado pudimos ir a París y a cinco países de Latinoamérica. Es cierto que se puede ser muy feliz sin viajar, pero para los músicos es algo especial, porque los públicos con otras culturas tienen otra perspectiva distinta y es un espejo maravilloso, al margen de lo que implica el viaje en sí mismo. La cultura ha demostrado ser el sector en el que mejor se han seguido los protocolos, donde no se han producido contagios, y por eso se ha podido viajar, aunque mucho menos de lo habitual.

Vuestra música es viajera porque está hecha a su vez de otras músicas, de músicas de otros lugares...

-J.A.: Desde que empezamos, una de las fuentes de inspiración más importantes han sido esos viajes y esa conexión entre músicas -de la India, Namibia, Centroamérica, Sudamérica-. Nos une la música popular, la música de raíz. Esa conexión ha sido uno de los leitmotiv del grupo. Es muy importante y lo ponemos en valor siempre que nos subimos a un escenario.

¿Imaginasteis, en ese origen, que llegaríais hasta aquí, con esos cinco discos editados y un lugar de relevancia en el panorama musical haciendo música popular?

-D.G.: No, no. Es cierto que pusimos todo en este proyecto, pero no imaginábamos que pudiera salir tan bien. No llenamos estadios, pero es un éxito. De alguna forma rendimos homenaje no sólo a la música popular, sino a los pioneros. Siempre hablamos de nuestras fuentes. Era inimaginable que pudiéramos sobrevivir, que es el mayor éxito. A veces, esta sociedad no te permite ver el alcance real de lo que has hecho, porque el éxito se ha convertido en algo absolutamente estratosférico. Pensar que a un concierto de música instrumental puedan asistir cien, doscientas personas, niños y mayores... No creo que haya mayor éxito. No es económico ni comercial, lo es de cara a que perdure ese legado. La música popular tiene que seguir siendo importante.

-J.A.: Ha sido un regalo. Merecido, buscado y currado. Haber hecho un proyecto propio en el que elegimos el camino que tomar, en el que hacemos nuestras composiciones, en el que hemos compartido escenario también con artistas que admiramos... Un tesoro para seguir cuidando y alimentando. Y que nos dure, mínimo, diez años más.

Lo que también ha demostrado Fetén es que la música tradicional, popular, el folclore, no es una cosa del pasado, trasnochada. Que no sólo tiene vigencia, sino que sigue despertando pasión e interés.

-D.G.: La gente de los pueblos empezó a renegar un poco de esa música porque la relacionaba con la pobreza. Hubo una ruptura. Pero eso no significó que esa música se quedara como algo anacrónico; al revés: la música que está creada para no recibir aplausos, que está creada para alimentar el alma, es la que perdura. Porque tiene que ver con la supervivencia. Las músicas castellanas populares no recibían aplausos; se tocaban para que se durmiera el niño, para que lloviera y hubiera buena cosecha o para enterrar al vecino. Quitar ese halo de recompensa egocéntrica, por decirlo de alguna manera, hace que la música sea más pura. Y tenemos que conservar lo puro. Si no lo hacemos, si lo perdemos, estamos abocados a un fracaso como especie.

-J.A.: La potencia y la fuerza que tienen las músicas populares tiene una enorme profundidad, una gran verdad. Nosotros bebemos de ellas y nos parece algo maravilloso.

Porque es universal, porque lo popular toca el alma, y quien escucha esa música tradicional se siente identificado desde lo más profundo, tanto da si es en España, en México o en la India.

-D.G.: Absolutamente. Pasa algo que es mágico y sucede en pocos ámbitos de la vida. Este tipo de música nos diferencia y nos une. Cuando vamos a otros países, a la gente le llama la atención la diferencia, pero se emociona al sentirse reconocido también. Es música de ida y vuelta. Y esa fórmula triunfa. En los tiempos que corren -con los discursos racistas, con las fronteras- no hay nada más poderoso que la música. Ningún discurso político llega tanto.

-J.A.: Esa potencia de la música es única. Es un lenguaje internacional que nos une a todos.

¿Es ese mestizaje otra de las claves del éxito del dúo babélico que sois? Vuestra música gusta en general a todo el mundo, da igual la edad, da igual el lugar.

-D.G.: No sé si a todo el mundo. Sí que todo el crisol de instrumentos suele gustar. Pero no hay un efecto llamada. Estamos en un momento en el que quizás el arte más mayoritario es bastante homogéneo. Hay muchas propuestas que perpetúan un mismo estilo, que suena parecido. No solemos dejarnos sorprender. Pero cuando la gente pasa por el crisol de sonidos de Fetén se pega un viaje grande, pero no sólo musical, también de sentimientos. La música siempre es un viaje. En nuestro caso, que tenemos tantos colores y tantos ritmos, el viaje es más rico.

-J.A.: La música habla por sí sola. Lo que sí intentamos, como dúo, es hacer un recorrido musical por distintos timbres y sonidos. Una jota de La Ribera tocada con una silla de camping arranca al público una sonrisa, pero también reconoce una melodía que bailaban sus abuelos. También es una forma de conectar la música popular con audiencias más jóvenes. Es importante.

¿Sentís que, además de ser depositarios de un legado ancestral, contribuís a conservar y difundir ese patrimonio que, de otra manera, podría perderse, olvidarse? ¿No es una responsabilidad?

-D.G.: Cualquier persona que se sube a un escenario está haciendo una labor. En los tiempos que corren, de mejor o peor manera, el poder transmitir valores artísticos a la gente ya es en sí mismo un valor. En nuestro caso, no hacemos trabajo de campo ni es nuestra pretensión. Hacemos de puente para que la gente conozca a los pioneros de verdad. Lo que hacemos nosotros es un divertimento con esas influencias. A partir de ahí, si uno lo reflexiona, puede pensar que estamos poniendo nuestro pequeño granito de arena. Pero no es un valor nuestro. El valor es de la propia música: si una jota ha llegado hasta el 2022 es que es algo muy poderoso. Que lo pongamos en valor no nos da mérito. Y no es falsa modestia.

Porque tiene verdad.

-J.A.: Claro, porque tiene verdad. Nuestro papel es comunicar y divulgar esa música. Esa es nuestra contribución.

Estáis reconocidos por la profesión (ahí están Cantables I y II). ¿Y por la industria, ese ente que maneja los hilos?

-D.G.: El problema es que la industria musical ha desaparecido como tal. La industria es, en efecto, un ente, como dices. Sí que nuestro acercamiento con 'Cantables' a artistas conocidos ha hecho que se nos abran ciertas puertas, pero la única industria real que queda es pequeña, pero es aquella en la que acabas un concierto y puedes vender tus discos. Eso es lo que queda de la industria de antes. Sí que nos vemos reconocidos, pero todo es muy subjetivo. Si alguien quiere vender miles de discos y llenar estadios, con nuestro proyecto se va a sentir muy frustrado. Pero si eres consciente de que en los lugares y espacios más 'democráticos' puedes colar tu música y tienes unos seguidores, sí que hay un recorrido. Y por lo menos no molestamos y a veces hacemos cierta gracia. La industria no es selectiva. Eso es bueno y malo. Malo porque, al no ser selectiva, no apuesta por lo bueno; no hablo por nosotros, sino por proyectos a los que no da cabida y que pueden ser muy interesantes.

J.A.: El tener cabida dentro de esa industria en nuestro caso significa poder seguir creando, generar ese arte que queremos transmitir. Para mí, algo muy importante es el respeto de los compañeros. Cómo músicos a los que admiramos se unen al proyecto.

Conseguís dejar ojiplático a un niño y hacer tararear a un anciano. Eso es muy grande...

-D.G.: La fragmentación de público es un invento bastante reciente. Yo no creo que haya que hacer una cultura o una estética exclusiva para los niños; al revés: los niños son capaces de entender y de disfrutar cosas que a los adultos les cuesta. Los adultos nos basamos en ideas preconcebidas, estereotipos, y creemos que algo nos gusta y no es así: nos están diciendo lo que nos gusta, lo que nos tiene que gustar. A un niño no hace falta decírselo. La música es eso. Como una película de Chaplin, que la disfruta por igual un niño que un anciano.

J.A.: Además de que hay un trabajo serio por detrás, de composición, de arreglos, de búsqueda de instrumentos, también hay una parte divertida. Porque nosotros nos divertimos. Nos encanta nuestro trabajo, y eso hace que un niño muestre interés, conectamos con ellos. Para la gente mayor, el hecho de que bebamos de la música popular les cautiva, les remueve por dentro. Por eso se enganchan todas las edades.

Da la sensación, además, de que Fetén Fetén lleva unos años poniendo banda sonora a la España vacía, como si vuestra música fuera también una reivindicación...

-D.G.: Yo vivo en un pueblo. Y hace no demasiado nos denominaron 'Los luthieres de la España vacía'. Tocamos muchísimo en pueblos, y eso nos pone en contacto con esa realidad. Y, de alguna manera, la música que hacemos tiene que ver con eso. Pero somos conscientes, también, de que la despoblación es algo muy complejo, y que en determinados lugares del mundo rural no se facilita la llegada de gente nueva. Hay muchas casas vacías que no se quieren alquilar, que no se quieren vender. Y hay mucha gente que estaría deseando vivir en ellas. Esa es una realidad también. Respecto de la música, creo que los propios pueblos tendrían que hacer una labor de rescate y recuperación de su música tradicional, popular.

J.A.: Es cierto que nuestra música conecta con esa realidad de la España vacía, porque hacemos aquella música que se escuchaba cuando no estaba deshabitada. Y lo explicamos, lo contamos, lo divulgamos.

¿Se siente esa energía, esa conexión con quienes han vivido siempre apegados a terruño?

-D.G.: Sí, especialmente en aquellos pueblos en los que han empezado a cuidar y recuperar las tradiciones. Cuando eso sucede, no sé si es mejor que tocar en un estadio lleno (eso no lo sabemos como Fetén), pero es una plenitud. Cuando pasa, sientes que ese es tu lugar.

¿Hay una suerte de 'boom' de lo popular en la música?

-J.A.: Cada vez se está poniendo más en valor desde todos los prismas posibles. Y mucha gente se está acercando a la música popular.

-D.G.: Siempre es una buena noticia que eso suceda. Pero creo que hay que diferenciar: uno puede utilizar un estilo, pero eso no significa que eso vaya a salvar esa tradición del olvido. Lo que hay que poner en valor es que escuchar unas dulzainas y una caja, sin ningún tipo de fusión, tiene una riqueza en sí mismo que merece que perdure. Las fusiones son estupendas, y todas aportan. Pero eso no puede sustituir al original. Una jota, por muchas bases modernas que se metan, puede ser preciosa y hay que valorarla. Pero eso no sustituye ni salva el legado de la potencia y la entidad que tiene en sí misma la música tradicional. Y no hablamos de pureza ni de purismo. Lo natural es lo natural. La esencia.

Ahí están vuestros paisanos y amigos de La M.O.D.A. con su increíble y maravilloso 'Nuevo Cancionero Burgalés'. Una banda que ha triunfado con un sonido propio y reconocible ha dado una pirueta impresionante, pura audacia y valentía, zambulléndose en la raíz...

-D.G.: Siempre han tenido un respeto enorme por esa raíz. Lo que han hecho ahora, con ese nuevo disco, es algo para celebrar. No es una intención de querer rescatar el folclore: ha sido poner en valor los textos de nos cancioneros que todos los jóvenes deberían saber que existen. Es muy importante. Que ahora, en la sala La Riviera, dos mil personas coreen textos de Antonio José es muy increíble. Y muy importante.

-J.A.: Han conseguido que generaciones que quizás nunca habrían llegado a conocer esos textos conecten con esa tradición.

Y acaban cantando el mismo estribillo el abuelo y el nieto...

-D.G.: Es que eso ya está pasando, y es algo maravilloso. Eso es hacer bien las cosas.

Eso es memoria...

-D.G.: Eso es memoria, aunque sea una palabra que se ha tergiversado porque parece que se habla de posicionamiento ideológico, político. La música tradicional popular es memoria porque nos habla de muchas cosas que no se han enseñado en la escuela, como la represión a la cultura y otras cuestiones que no pueden volver a suceder.

¿Qué va a ser lo próximo de Fetén?

-J.A.: Vamos a celebrar el décimo aniversario con una serie de conciertos especiales. Lo siguiente, meternos en un trabajo instrumental. Estamos componiendo para un nuevo disco. Puede que, en un futuro, pueda haber un 'Cantables III'. También vamos a ir a Austria a tocar con una orquesta sinfónica. Y nos juntaremos con músicos, como siempre.

-D.G.: Y a seguir sobreviviendo.