No sin mi cabra

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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En el centro de mayores del Valle de Tobalina reina la alegría gracias a Yesi, una chivita que llegó de la mano de Joaquín, un residente que se vio marchitarse si le separaban de ella. El animal le ha devuelto las ganas de vivir

Joaquín, de paseo por el jardín de la residencia, escoltado por su fiel cabrita Yesi. - Foto: Patricia

No siempre la cabra tira al monte. Las hay, como Yesi, tan fieles que no atienden a su naturaleza salvaje, sino a la voz y al cariño de quien siempre la ha cuidado. No hay cabra más famosa ni más querida que Yesi, que se ha convertido en la mascota de la residencia de mayores de Quintana Martín Galíndez, adonde dio a parar de la mano de Joaquín, que asegura que no hubiera sobrevivido a su ingreso en el centro sin la presencia de su más leal compañera. Tan es así, que este mirandés ha revivido desde que la chivita es una residente más, la reina del jardín, la niña de los ojos de todos, el entretenimiento de sus horas, el juguete favorito de quienes allí viven y trabajan, de Marti a Edu, de Yaiza a Nieves, de María a Conrado o Margarita. 

Aparece en el jardín Joaquín y Yesi, que se hallaba dando buena cuenta de unos geranios, sale disparada para recibirle con montaraz alegría, amochándole suavecito la pierna, como diciéndole que añoraba sus cucamonas, su presencia, el calor de sus manos, esa ternura que se le escapa a él por los ojos como un caudal de luz. Él sonríe y la acaricia con infinita ternura mientras abre un paquete de galletas que sabe que le chiflan y que la cabritilla devora sin separarse de él, que se ha sentado en el murete de la fuente, sintiéndose un rey, al solete de la mañana. 

«Es la mejor compañera que se puede tener. La mejor. Dicen de los perros... Nada. Como mi Yesi no hay nada. Antes de venir aquí salía de paseo con ella, siempre suelta, y nunca se apartaba de mi lado. No sé qué hubiera sido de mí aquí sin ella», dice Joaquín exhibiendo una de esas sonrisas que reconcilian a cualquiera con la vida.

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