Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


A merced de la tempestad

15/11/2021

Un nuevo fantasma, el del desabastecimiento, recorre estas semanas Europa. Mientras la industria reza por lo bajo para que los suministros de materias primas recuperen unos ritmos aceptables, los ciudadanos miramos con la boca abierta a esos doctos economistas que nos explican que entre la pérfida Albión, la mefistofélica China y los especuladores que andan enredando en los precios de la energía han provocado una tempestad global que ha provocado, de momento, que algunos productos empiecen a escasear en las estanterías de los supermercados.

Uno, dicho sea en honor a la verdad, no ha detectado por el momento los efectos de esta nueva y sobrevenida crisis, y sí que aprecia, a cambio, que los anuncios de escasez que vienen propalando algunas empresas (Apple, Nintendo y Lenovo dejaron caer hace unos días que no están seguras de que vaya a haber ordenadores, consolas y móviles para todos) han puesto muy nerviosos a los ciudadanos más inclinados al gasto consumista, que esperan el Black Friday como un caballo de carreras en el cajón de salida y han resuelto adelantar las compras de las fiestas navideñas por si luego no quedaran ni astillas.

En todo caso, el caos en las cadenas de distribución es bien real, tanto como dramático resulta descubrir hasta qué punto las economías occidentales son prisioneras del sudeste asiático, pero uno piensa que no conviene alterarse en exceso y se debe procurar, más bien, refrenar el ansia para mantener un decoro social cada vez más necesario y que el 'efecto rebaño' no dispare aún más los precios. Puede que nos vayan a faltar algunas cosas, y que a lo peor no podamos prepararnos una ginebra con agua tónica de nuestra marca predilecta después de cenar, ni regalarle a nuestra hija el último grito tecnológico, pero, a cambio, esta Navidad nos devolverá algo esencial que por desgracia nos faltó en la del año pasado, el calor de la familia y los amigos estrechos, y esa es una provisión que muchos no cambiaríamos por la carga del buque más imponente de los que surcan los siete mares.