Ríos

MARTÍN G. BARBADILLO
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"Las riberas del Arlanzón son la periferia y el mismo centro histórico. Si te asomas al río desde alguno de sus puentes, flanqueados por árboles altísimos, podrías pensar que estás en medio del campo y tal vez estés a cinco minutos de la catedral"

El río Arlanzón a su paso por el centro de la ciudad. - Foto: Alberto Rodrigo

¿Qué son? Son las corrientes de agua que discurren por la ciudad.

Edad. Si existe la expresión "más viejo que la orilla del río", poco más hay que decir.

Sí, ya sé que en Burgos hay río. Eso es inexacto. Hay ríos, aunque su número ha menguado en las últimas décadas.

¿Desaparecen? Más o menos. Antes había tres: el Arlanzón, el principal de la ciudad; el Vena, afluente del anterior, y el Pico, afluente del Vena. El Pico pasaba por Gamonal pero su cauce fue desviado en los años 70, y ya no es un río urbano, acaba antes.

¿Nos centramos entonces en los otros dos? Nos ceñiremos a la realidad visible, sí. Lo primero que hay que decir, siendo honestos, es que no estamos hablando del Támesis en Londres o el Duero en Oporto precisamente.

No son gran cosa como ríos, la verdad. Eso es. Los franceses tienen palabras distintas para llamar a los ríos según su longitud, caudal... Hablan de rivière, fleuve y cours d'eau, aunque no he conseguido averiguar con precisión los parámetros que colocan a un cauce en una u otra definición. Siguiendo este tipo de clasificación, los de aquí estarían entre la tercera y cuarta división. Pero también hay que decir que, para lo poca cosa que son, se les saca muchísimo partido.

¿Cómo? No son ríos largos (115 kilómetros el Arlanzón, y 25,7 el Vena). De hecho, solo discurren por esta provincia, excepto los últimos metros del Arlanzón, que llega a la de Palencia. Respecto al caudal, en el Arlanzón la mayoría del año no supera la rodilla; en el Vena es habitual ver a patos caminando por su interior porque el nivel no da para nadar. Pero sus riberas son dos cuñas de naturaleza que atraviesan la ciudad como puñales.

¿Son el centro de la ciudad? Son la ciudad. Burgos se configuró a lo largo de los ríos. Si miras una foto satélite verás dos franjas verdes que la cruzan: el Arlanzón de este a oeste y el Vena convergiendo desde el noreste. Podrías recorrer la urbe completa por sus orillas, por abajo, entre chopos y no pisar asfalto. No está mal para dos riachuelos.

Como un parque infinito. Las riberas del Arlanzón son la periferia y el mismo centro histórico. Si te asomas al río desde alguno de sus puentes, flanqueados por árboles altísimos, podrías pensar que estás en medio del campo y tal vez estés a cinco minutos de la catedral. A sus lados se extienden paseos urbanos como el Espolón o el fabuloso e infravalorado de La Isla, y auténticos andódromos como La Quinta y Fuentes Blancas, donde hay hasta playa.

¿Andódromos? Claro, lugares en los que practicar el ancestral arte de andar. No confundir con pasear. Andar es una cosa seria. De hecho, se rehabilitó el entorno del Vena, se le llamó parque lineal, y se convirtió en un nuevo andódromo frecuentado por cientos de ciudadanos dispuestos a desgastar zapatilla. Saben lo que nos gusta. Pero debes tener en cuenta el código de vestimenta: por el centro, maqueadillo; por el resto, basta con ir uniformado de Decathlon.

¿Solo sirven para pasear? Andar, que no es lo mismo. Y no, tienen más usos. Hasta bien avanzado el siglo pasado se podían ver en el Arlanzón lavanderas frotando la ropa y tendiéndola al sol y rebaños de ovejas bebiendo, incluso en la zona del puente de San Pablo. Después se le encontraron otras utilidades más lúdicas: en verano mucha gente (sobre todo señoras) acude a broncearse, una actividad que no comparto; otros pescan, y en fiestas se pone hasta arriba para ver los fuegos artificiales y después continuar la fiesta por parte de la chavalería, que lleva al lugar su propia bebida en bolsas de plástico. Pero, por lo general, la gente no está en las riberas, sino en las partes altas. En otros lugares de Europa esa hierbecilla pegada a la fresca y el rumor de agua estaría llena de gente haciendo picnics, pero aquí somos de otra pasta, ya te lo he dicho más veces. Y hay más.

Sorpréndeme. Como ya te he explicado, es la naturaleza invadiendo la ciudad. Puedes dar un paseo, guiado, para escrutar entre las ramas las diferentes especies de aves que lo habitan. También es posible recorrerlos en otoño y recordar que el ciclo vital nunca descansa.

Pues ya dan de sí estos arroyos. No los subestimes. En los pilares del Ayuntamiento puedes ver las marcas de las inundaciones que provocaron, sobre todo el Vena, en los siglos XIX y XX. En ambas habrías tenido que ponerte de puntillas y usar una pajita para respirar. Además, el agua que se consume en la ciudad, que procede del Arlanzón, ha sido designada como la mejor del país en varias ocasiones. Y si te parece poco, has de saber que últimamente el Arlanzón se ha convertido en la apuesta de futuro de la ciudad.

¿Qué quieres decir? Existe un proyecto municipal para transformarlo de arriba a abajo, Burgos Río lo han llamado en un derroche de originalidad. Al principio surgieron ideas disparatadas como instalar una noria gigante o pistas deportivas. Finalmente, se convocará un concurso para estudios de arquitectura de renombre y veremos qué ocurre. ¿Te imaginas que gana uno que propone dejarlo como está, respetando ese trozo de campo en la ciudad?

¿Nos presentamos con esa idea? Venga.

Si quieres parecer integrado. Camina por sus riberas a 150 pasos por minuto.

Nunca, nunca, nunca... Te bañes en sus aguas. Además de estar prohibido, tienes opciones fabulosas bien cerca en la provincia.