Asesinato en Las Mijaradas

P.C.P.
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El cadáver de un roble centenario ha sido hallado con múltiples heridas de arma blanca en un precioso bosque entre Hurones y el campo de golf de Riocerezo. El presunto asesino dejó su firma en el lugar del crimen hace 6 años

Imagen fantasmal del roble centenario entre Hurones y el campo de golf de Riocerezo. - Foto: Alberto Rodrigo

Un roble centenario de aproximadamente 800 años ha aparecido esta mañana muerto con múltiples heridas de arma blanca en la base del tronco y en una de sus extremidades en el conocido como bosque de Las Mijaradas, un paraje de gran valor medioambiental entre la localidad de Hurones y el campo de golf de Riocerezo. El presunto asesino ha dejado su firma en la escena del crimen, G.M. Le constan antecedentes por tentativas similares al menos desde hace 6 años, sin que haya trascendido castigo alguno hasta la fecha.

El cadáver presenta decenas de incisiones que han debido de ser infligidas con saña mediante el uso de un objeto con filo, como un hacha, una maza para cortar madera o una motosierra por una persona de complexión fuerte. El sospechoso ha tenido que emplear además una plataforma, por ejemplo la pala de un tractor, o una escalera para elevarse a más de tres metros de altura e intentar cortar una de las ramas de este portentoso ejemplar. 

A falta del resultado de la autopsia, todo apunta a que el deceso no se produjo de manera inmediata, puesto que no se ha identificado en la primera inspección visual ningún golpe mortal de necesidad.De este modo, las primeras hipótesis se inclinan por pensar que la víctima se ha desangrado durante años hasta que el flujo de savia ha resultado inexistente, sin que nadie haya acudido en su ayuda pese a las evidentes señales de maltrato. 

Aunque todas las acometidas se atribuyen a una misma mano homicida, hay quien señala como cooperadores necesarios de este crimen medioambiental a todos los que durante años han callado, en ocasiones por temor a sufrir represalias y en otras por considerarlo un asunto trivial. Los girasoles de la finca contigua, cabizbajos, parecen asumir su culpabilidad por mirar para otro lado.

Entre los que sí se han atrevido a denunciar este gravísimo atropello se encuentra Juan Carlos Chicote, que durante décadas ha disfrutado de una joya medioambiental. «Este roble era el abuelo de todos los árboles que hay aquí y ahora solo es un fantasma», lamenta.

La noticia de la muerte de este ejemplar histórico ha causado una honda conmoción entre quienes le conocían. «Aquí traía a mis niñas de pequeñitas todos los años», evoca con pena. También han sido muchos los compañeros del Parque de Bomberos de Burgos a los que ha transmitido su amor por este majestuoso árbol. «Cada vez que había un incendio de pastos por la zona, les traía aquí para que fueran conscientes de lo que había y lo que debían proteger», reseña.

Chicote clama justicia y que no se vuelva a repetir un crimen como este. También una labor de educación y concienciación que, poco a poco, cala en las generaciones más jóvenes. «Antes eran 4 locos los que gritaban al cielo.Ahora cada vez somos más, pero no sé si vamos un poco tarde ya. Tenemos que plantearnos nuestra propia supervivencia, porque así no vamos bien», opina, para pedir que detalles como este inviten a la ciudadanía a reflexionar sobre la grave crisis medioambiental que vive el planeta y el daño que hacen «energúmenos» como el de Las Mijaradas y otros que llegan a gobernar países.

Diario de Burgos ya se hizo eco en abril de 2015 de su denuncia, en una información que fue portada y en la que avisaba de que el roble se había comenzado a secar después de que una persona grabase sus iniciales en la corteza y las pintase en verde, para remarcar su tropelía. En aquel entonces, Chicote reclamaba una intervención de las autoridades medioambientales para tratar de salvar el roble y proteger el bosque de Las Mijaradas.

Por desgracia, solo queda proceder al levantamiento del cadáver.

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