San Marcos salda su deuda con los presos franquistas

SPC
-

El parador leonés personifica en Josep Sala, el último superviviente del campo de concentración, el homenaje a los más de 20.000 prisioneros que albergó el edificio durante la dictadura

José Luis Rodríguez Zapatero, familiar de un expreso del parador, saluda a Josep Sala, último superviviente de recinto. - Foto: Ical

El parador de San Marcos de León homenajeó ayer a los casi 21.000 presos franquistas que fueron encerrados durante la Guerra Civil en el actual Hostal de San Marcos, de León, con la intención de «saldar deudas» con la historia del emblemático establecimiento de la red, y lo hizo en la figura de Josep Sala, quien, a sus 102 años, es el último prisionero superviviente. Así lo destacó el periodista e historiador Carlos Hernández, especialista en los campos de concentración del franquismo, quien valoró que de esta forma Paradores propicie un acto de «normalidad democrática». «En San Marcos se exterminó de forma selectiva, se torturó y se castigó a miles de personas todas ellas sin haber sido sometidas a juicio», recalcó Hernández, quien subrayó la importancia de que con este homenaje la democracia «corrija una página de la historia de España muy desconocida fuera de León».

Además del último superviviente del campo de concentración que fue San Marcos, como lo definían los propios documentos franquistas, al acto asistieron el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero; el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero; el premio Cervantes Antonio Gamoneda; y el alcalde de León, José Antonio Diez, entre otras autoridades y personalidades.

«Emocionado» y «agradecido», Sala fue el encargado de cerrar el acto con unas breves palabras en las que subrayó que «una guerra civil es lo peor que le puede pasar a un país». El último superviviente del campo de concentración de San Marcos, que era sanitario y no pegó «ni un tiro en el frente», fue hecho prisionero en la batalla de Cataluña poco después de cumplir 19 años en septiembre de 1938.

Tras pasar cuatro meses preso en San Marcos, como otros miles de prisioneros del bando republicano, fue obligado a enrolarse en las filas del ejército franquista y destinado a La Coruña antes de pasar cuatro años en África antes de que lo licenciaran en 1944. «Sin rencor» y «mirando al futuro», este centenario que «come cada día con una cerveza y celebra las victorias del Barcelona tomándose otra», según explicó a Efe su hija, pidió «cordura» y «sensatez» a quienes gobiernan el país además de instarles a hacer de la «concordia» la base de su acción política.

Zapatero, que participó en el acto «en calidad de familiar de uno de los presos», recordó que su abuelo pasó «unos días San Marcos antes de ser fusilado a los 43 años». El expresidente del Gobierno remarcó que con actos como éste se avanza en la normalidad democrática y recordó un poema de Gamoneda en el que afirma que «una patria es un país con justicia».

«Pues bien, queremos hacer una patria, una patria definitiva y para ello necesitamos la justicia de la memoria, no fragmentos, una narración completa que aún costará generaciones construir», proclamó Zapatero. También intervino Luis García Montero, quien agradeció la invitación a participar en un acto en el que le hacía «mucha ilusión estar» en un recinto que «afortunadamente» ha pasado de ser escenario de «represión y violencia» a ejemplo de «hospitalidad». Allí destacó la necesidad e importancia de reparar a las víctimas y parafraseó el famoso verso de Luis Cernuda «Recuérdalo tú y recuérdalo a otros» de su poema «1936».