Luces y sombras entre cajas

A.S.R.
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Un año después, la crisis causada por la pandemia sigue preocupando a los técnicos, tanto a empresas como a autónomos

Jairo Fuentes revisa los focos en la representación de ‘Ancha es Castilla’, de Atópico Teatro, hace una semana en la localidad abulense de Arenas de San Pedro.

Jairo Fuentes habla con tiento, mide sus palabras, transita por la actual situación de las artes escénicas como un equilibrista. Ni quiere lanzar las campanas al vuelo ni hundirse en un pozo negro sin asidero alguno. Este verano progresa adecuadamente, mejor que el anterior, sí, pero la incertidumbre continúa siendo la invitada principal a una aún descafeinada fiesta de la cultura. «Cada bolo es un triunfo. Hasta que no recoges no sabes si se celebrará», decía hace un año este técnico autónomo con más de una década en labores de sonido, iluminación, escenografía y regiduría. Y ese titular se sostiene. «Esa sensación de no saber si podrás hacer el bolo hasta que lo concluyes sigue ahí. Las fechas se siguen cayendo y cambiando en el calendario», observa sin, eso sí, la pesadumbre de los primeros compases de esta crisis. 

Admite que hay más representaciones, pero también que ese mayor número tiene trampa: muchas funciones se deben a los sucesivos aplazamientos de las inicialmente fijadas el año pasado. 

Queda lejos aún hablar de normalidad. Esa palabra continúa borrada en el vocabulario de los profesionales del sector, pero el vocablo ‘bien’ se cuela con facilidad para poner luz al momento que vive. Fuentes asevera que la situación está más en calma y atribuye buena parte de ese éxito a la constatación de que la cultura es segura, tanto por parte del público como por la de los programadores, e incluso de las compañías. «Hay más tranquilidad, pero a día de hoy se siguen moviendo fechas, por lo que no está todo tan, tan atado», insiste con esa paleta de grises con la que se siente cómodo. 

Su agenda, en principio, cuenta con muchas fechas en rojo, con trabajos en distintas localidades de la provincia, en el resto de Castilla y León, en otras regiones de la geografía española como Cataluña, Comunidad Valenciana, Aragón, Asturias y Andalucía e incluso saldrá a Portugal, dentro de la gira de Calor, de Jean Philippe Kikolas. A esta mayor movilidad atribuye otro de los signos irrefutables de una mejoría. Los desplazamientos fuera de la comunidad en la anterior campaña estival eran contados. De cruzar fronteras entre los países, ni hablamos. 

A los creadores da también un papel en esta historia. Advierte como un síntoma de recuperación que las compañías, por lo menos en La Parrala, se animen a alumbrar nuevas producciones. Algunas, a punto de caramelo. Él estará con Atópico en el preestreno de Como una catedral los días 10, 11 y 17 en Torregalindo, Arauzo de Torre y Hontoria de Valdearados. «Sí hay más carga de trabajo, no sé cuánto durará, pero se están haciendo cositas», apostilla con, de nuevo, esa de cal y otra de arena. 

Desde el comienzo de la pandemia a la actualidad, su mirada ha evolucionado al ritmo de las olas y a golpe de los hechos. Se topó con la dura realidad en los acordes iniciales, con la cancelación de un estreno en el Teatro Principal de Burgos nada más aprobarse el decreto del estado de alarma. Metido en pleno confinamiento, manifestaba su mayor preocupación por lo que ocurriría en este 2021, temía que la elaboración de los nuevos presupuestos volviera a dejar a la cultura en el vagón de cola, «como ha ocurrido en anteriores crisis». Sus malos presagios no lo han sido tanto, pero, una vez más, se resiste a pintar de rosa una realidad que dista, y mucho, de ese color ideal. 

«Este año sí hay trabajo, pero no sé qué pasará al próximo, si arrastraremos la crisis. Espero que quienes toman las decisiones vean la necesidad de la cultura», desea y enfatiza que es necesaria tanto para el público, que lo ha demostrado con su gran respuesta a las programaciones, como para todos los profesionales de un sector del que viven muchas familias.